Hace poco estuve en una de mis comunidades del campo, en Sivingan. Allí estamos llevando la secuencia de la película “Jesús de Nazaret” de Franco Sefirelli. Estamos en la tercera parte de la película.
Hay una frase puesta en los labios de Jesús cuando está conversando con Judas: “Abre tu corazón, Judas, no tu mente. Abre tus ojos y tu corazón”.
Y es que esta frase puede aplicarse a tantas circunstancias de la vida que suelen verse solo desde la lógica de la mente evitando la lógica del corazón.
“Abre tu corazón, Judas, no tu mente” es una invitación a tener una mirada de fe, a mirar más allá de lo evidente, a no quedarnos con lo que los sentidos indican, a superar las apariencias, a no juzgar la vida solo desde el ángulo de la razón.
Los problemas de la vida, ya sea en la familia, en el trabajo, con los vecinos, económicos, de salud, cuantas veces se han “solucionado” desde el repertorio de la experiencia, y se ha fracasado. O, aparentemente el problema se solucionó, pero ¿Era lo más conveniente? ¿Era la solucón verdadera? ¿Qué consecuencias vendrán a largo plazo?
“Abre tu corazón, Judas, no tu mente” es un llamado a la humildad y a desprogramar todo aquello que limita la acción del Espíritu. En pocas palabras es una invitación a tener el oido del corazón atento a la palabra del Señor.
Da una ojeada al mundo, mira el mar de ideologías en las que el hombre nada, mira las soluciones que el mundo presenta para este u otro problema; observa el sufrimiento de la humanidad por tomar decisiones solo desde la cabeza. Fíjate cuantos niños abandonados, cuantas madres solteras, cuantos países devastados por la guerra, mira la desgracia de la corrupción. Cuando la vida se lleva solo desde la calculadora de la lógica el camino no es seguro.
P. Víctor Emiliano