Perú vive una etapa difícil en su vida debido a la corrupción por la que atraviesa. Esto me hace reflexionar en torno a la frase de Agustín “Mi amor es mi peso”. A donde se inclina tu amor, por ende tu corazón, hacia allí va tu vida. Por lo visto, muchas de nuestras autoridades tienen el corazón inclinado al dinero por lo que se explica la corrupción en casi todas nuestras instituciones. Es increíble el poder del amor, en este caso, negativo o egoísmo para lograr su cometido; es capaz de corromper, mentir, traficar influencias, chantajear, en fin, hasta destruir un país o matar. Y no solo el nuestro, es un mal generalizado en el mundo, un cáncer que se extiende y destruye las bases de toda sociedad democrática y que intenta ser justa y equitativa. Con este pequeño ejemplo, de los tantos que se podrían mencionar, se puede calcular las consecuencias nefastas de un amor desordenado y ciego. Esta frase de 5 palabras debe llevarnos a identificar por donde vaga nuestro corazón, qué hay detrás de toda empresa que comienzo, qué interés me mueve en las adquisiciones que realizo en la vida. Para unos es el dinero, para otros la fama, para otros los estudios y títulos, otros la apariencia, en fin, el corazón enceguecido e inclinado a todo esto arrastra la vida de tantos incautos. El amor desordenado y egoísta transforma lo bueno en estorbo y es obstáculo para la realización personal, empuja al corazón, y claro, a toda una vida al fondo de un pozo que difícilmente podrá salir.
P. Víctor Emiliano