Ciclo A: 3er domingo de adviento
1ra lectura: Isaías 35, 1 – 6a . 10
Salmo: 145
2da lectura: Santiago 5, 7 – 10
Evangelio: Mateo 11, 2 – 11
…LOS CIEGOS VEN, LOS COJOS ANDAN, LOS LEPROSOS QUEDAN LIMPIOS DE SU ENFERMEDAD, LOS SORDOS OYEN…
Cada día más cercanos a la navidad. Se ha encendido el tercer cirio, lo que indica más luz para observar la propia vida, y ojalá sea, para enderezar los caminos que hay que enderezar. Isaías no deja el asombro por la visita honorable que se avecina: “Mirad a vuestro Dios,…viene en persona,…y os salvará”. El futuro para el pueblo es prominente: “Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará…el cojo, la lengua del mudo cantará”. Ya no habrá sufrimiento ni angustias: “Pena y aflicción se alejarán”. Isaías no hace otra cosa que encender los ánimos del pueblo y motivarle a desechar todo aquello que pueda distraer, limitar o hacer inútil una vida activa en el que viene: “Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis”. En esta misma línea Isaías llama al hombre moderno y le invita a la esperanza, a no perder la alegría y confianza en aquel que le ama y es misericordioso; le motiva a tomar decisiones en su vida para quitar todo aquello que le distrae y esclaviza: posición social, poder, estatus, dinero, pesadez, indiferencia, mal humor, ideologías, temores, etc. Y es que, “…Mirad que el juez está ya a la puerta”. La segunda lectura y el evangelio exhortan a no desfallecer ante las adversidades de la vida o cuadros de injusticia, enraizados en la sociedad que desdicen de la buena nueva del Señor y que pueden generar dudas de su presencia y de la salvación que nos trae: “Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor… manteneos firmes”. Aunque pareciera que todo sigue igual, Jesús nos invita a mirar con ojos de fe la historia humana: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia” Tener presente, además, que la salvación que el Señor nos trae no coincide necesariamente con la salvación que al hombre le gustaría.
SEÑOR JESÚS VEN PRONTO, NO TARDES.
P. Víctor Emiliano