MI RIQUEZA

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         La parábola de los talentos es guía acertada para descubrir la riqueza de cada ser humano. Es medio por el que podemos obtener una radiografía no sólo de los dones y talentos propios y de los demás sino que descubre el don y talento que cada persona es para los demás. El darse a los demás genera el enriquecimiento mutuo puesto que tanto el que da como el que recibe crecen y se fortalecen, y los talentos se multiplican. El problema está que muchas personas desconocen lo que son y no se valoran, y claro, nunca se ofrecen a sí mismos como regalo para los demás. O, lo que se da con frecuencia, que la persona sabe lo que tiene pero, se conforma con ello y no le ve como riqueza, por lo que no tiene interés en multiplicar, y así forma parte de aquellos que devolvieron el talento tal y conforme lo recibieron. Más que comenzar a contar y anotar los talentos propios y ajenos, el primer paso tendría que ser “valorarse como talento”. El paso siguiente sería “brindarse a los demás” y así, en el transcurso de este paso, poco a poco, se irían descubriendo las riquezas que Dios regala a  manos llenas a cada uno de sus hijos. Nadie puede brindar algo sino sabe que lo tiene y, además, si no se tiene la disposición de brindarse así mismo. No hay que olvidar que dando es como se va descubriendo todo la riqueza que alguien guarda. Es tarea personal y obligatoria descubrir la riqueza que cada cual guarda, como regalo de Dios. Sólo el que sabe quién es será capaz de valorarse y valorar a los demás.

P. Víctor

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