Es lamentable la situación de corrupción que vive nuestro país. Para llegar a esta situación extrema mucho tiempo de indiferencia y pequeñas situaciones de corrupción tienen que haberse permitido. Las cosas no se forjan de la noche a la mañana. Todos los poderes e instituciones del estado están infestados de gente corrupta, por supuesto que habrá gente honrada y transparente, a ellos mis aplausos, pero qué se puede hacer con tan poco. Ronda el pesimismo y el desánimo y, poco a poco, se va creando el caldo de cultivo para más violencia. La población se siente insegura y desprotegida por sus autoridades, que en realidad ya no son autoridades; ya próximos a los comicios electorales regionales y municipales la indecisión es el común denominador, la gente no sabe por quién votar, todos se presentan como santas palomas y ofrecen un cambio, pero a cambio de qué. Si recordamos lo que ofrecieron nuestras queridas autoridades locales o nacionales elegidas hace algunos años y ahora verificamos lo que se logró nos podemos dar cuenta que han mentido y se han aprovechado de la buena fe de los electores. Lo más lamentable es que ni se les puede denunciar porque tienen comprado el corrupto poder judicial. Ante esta situación de injusticia ¿Qué se podrá hacer?
Esta situación es peligrosa por donde se le vea. En principio porque la corrupción y la mafia son contagiosas y las nuevas generaciones están formándose bajo aquellas sombras. Es decir, se están contaminando las nuevas generaciones. Y más todavía si consideramos que los cursos académicos de formación humana prácticamente han desaparecido del sistema educativo, tanto en colegios primarios y secundarios como en institutos y universidades. Es raro que un profesor o catedrático llegue a su clase de moral o ética o, simplemente, comience con una oración o algún tema de valores. La política de nuestros gobernantes es sacar profesionales a granel sin ningún sustento ético o moral. Ante esta realidad no es de extrañar que estemos formando futuros delincuentes de cuello blanco. En segundo lugar, la corrupción comienza a arrinconar la paciencia de la gente y esto puede prender la chispa de situaciones graves que atenten contra el mismo orden civil y democrático. Si las autoridades pierden su autoridad entonces qué autoridades tenemos. En tercer lugar, esto es caldo de cultivo para el terrorismo, este puede comenzar a despegar.
Creo que situaciones como estas deben alentar a los que quieren vivir dentro de un marco de valores y principios, estas situaciones deben motivar a la gente de buena fe a ser perseverantes en los buenos lineamientos, y a organizarse para presentar nuevas propuestas políticas. Considero que ahora es el tiempo de los honestos y es el mejor momento para dar un chascado a los corruptos. Me parece que la población tiene miedo incursionar en política dado el desprestigio que presenta, pero, si la política está sucia alguien tiene que limpiarla. Esta limpieza corresponde a todos los peruanos, de modo especial pienso en los profesionales y empresarios de buena voluntad. Aliento a no dudar y a organizarse en el buen trabajo de la política para servir y sacar adelante el país. A los que comienzan a organizarse les exhorto a no permitir la presencia de nadie que siquiera huela a corrupción, los estatutos de las nuevas organizaciones deben dejar bien claro que actos de corrupción de los miembros se paga con expulsión y denuncia pública y suspensión de toda actividad política para siempre.
¡BASTA DE SER CONDESCENDIENTES CON LOS DELINCUENTES!
P. Víctor Emiliano