V DOMINGO DE PASCUA A

NO SE TURBEN: USTEDES CREEN EN DIOS: CREAN TAMBIÉN EN MÍ.

La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos narra la forma cómo la Iglesia naciente, al cuidado de Cristo resucitado, fue dando pasos en su organización. La división de  tareas fue fundamental. Así, paso a paso, se comienza a vislumbrar una organización rudimentaria que con el tiempo fue creciendo para sostener la Iglesia de Jesucristo, llamada a extenderse por todo el orbe. En ese proceso de crecimiento y expansión la Iglesia tuvo que afrontar adversidades, situaciones que antes de dañarla la fortalecieron, y en las que pudo experimentar la cercanía y las palabras de su Maestro: “…No pierdan la calma, creed en Dios y creed también en mí”.

El mensaje de las primeras líneas del texto del evangelio de este domingo es esperanzador, necesariamente tiene que ser motivo de alegría y júbilo. Cristo muestra una cercanía especial con sus apóstoles,  y en ellos a toda la humanidad; nos descubre su naturaleza más íntima como Dios: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, “El que me ha visto a mí ha visto al Padre”, “Yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí”; expresa el deseo ferviente de estar siempre con nosotros y no separarse nunca, no solo aquí, en este mundo, sino también en las instancias celestiales: “En la casa de mi Padre hay muchas mansiones, y voy allá a prepararles un lugar, es que volveré y los llevaré junto a mí, para que, donde yo estoy, estén también ustedes”.  ¡Cómo ignorar el infinito amor de Dios a la humanidad! ¡Cómo despreciar la invitación de Cristo a vivir con él!  El hombre de hoy tiene una enfermedad muy seria que afecta sus sentidos y su capacidad de ver, a tal punto de desconocer a Cristo como el único camino para la felicidad. Ha construido  trochas engañosas, sus propios caminos, que lo desubican, y se ha edificado ídolos que lo esclavizan. 

SEÑOR, QUE SIEMPRE CAMINE POR TUS SENDAS.

P. Víctor Emiliano