Ciclo A: La Natividad del Señor
1ra lectura: Isaías 52, 7 – 10
Salmo: 97
2da lectura: Hebreos 1, 1 – 6
Evangelio: Juan 1, 1 – 18
AQUEL QUE ES LA PALABRA SE HIZO HOMBRE Y VIVIÓ ENTRE NOSOTROS
Es Navidad, la Palabra ha tomado la frágil condición humana y ha nacido. ¿Cuál será la razón para tan magno acontecimiento? ¿Qué pudo haber pasado para que amerite la presencia del Hijo de Dios, en persona, en la humanidad? ¿Tan importante es la humanidad?
Pero, qué extraño, la Palabra no es bienvenida: “…y la tiniebla no la recibió”, “…el mundo no la conoció”, “…los suyos no la recibieron”. Aun así, “…se hizo carne y acampó entre nosotros…”. Grave tiene que ser la razón para que el Hijo de Dios, aun siendo rechazado, insista en venir y quedarse. Si das un vistazo a la historia de Cristo en el mundo te darás cuenta que desde el primer momento de su presencia no fue recibido: No hubo posada para él desde antes de nacer, la persecución de Herodes, la persecución de la jerarquía religiosa judía, y también de las autoridades romanas que le observaban como “revoltoso”. Por último, la forma infame en que murió.
¿Qué razón tuvo el Hijo de Dios para asumir “mi condición humana”? Jesús, alguna vez dijo: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores” (Lucas 5,32), “…Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos” (Mateo 9,12). Queda claro, que gravísima tiene que ser la enfermedad del hombre, y cuanto más, si la niega; e infinito el amor de Dios para decidir venir en rescate de su más preciada criatura.
Es navidad, ha nacido el Hijo de Dios, pero ¿Tú le has recibido? ¿Has recibido el poder de ser hijo de Dios por creer en su nombre? O eres uno de los que no lo recibió, ni lo conoció. Estas preguntas deben ser contestadas en conciencia para poder celebrar la “Navidad”. Celebrar el cumpleaños de alguien que no ha nacido no tiene sentido, de qué navidad se habla si al recién nacido se le persigue, es de locos celebrar la “navidad” del que se ignora. Cada “navidad” tendría que ser la renovación de mi compromiso incondicional con aquel que se dignó tomar “mi condición humana” para sanarme.
SEÑOR, QUE EN ESTA NAVIDAD PUEDA CONVERTIRME A TI, Y NUNCA MÁS ME SEPARE DE TU PRESENCIA SANADORA.
P. Víctor Emiliano