MES DE OCTUBRE

Octubre es el mes morado en Perú. La Iglesia y toda la nación celebra al Señor de los Milagros. ¿Quién no conoce al Señor de los Milagros? Las salidas en procesión de la sagrada imagen son multitudinarias. Esta es la fe del pueblo peruano en su Señor. Pero, creo que es importante encauzar y catequizar esta santa devoción, de modo que se pueda preservar en el tiempo y logre conversiones, que tanto necesita nuestra sociedad.

Las fiestas religiosas en la Iglesia no tienen otro objetivo que llevarnos cada vez más a una vivencia más profunda de la fe. Si esto no es así existe el riesgo de reducir todo a una simple tradición, superstición, propaganda turística o a un mero sentimentalismo pasajero e intrascendente.  En las grandes ciudades del país la feligresía, hombres y mujeres de diferentes edades, amanecen en las calles haciendo largas colas para lograr un sitial cerca de la sagrada imagen. La figura del Señor de Pachacamilla deja sin aliento a todos los que le tocan o pasan cerca de ella. Es increíble el movimiento de todo un mar de gente alrededor de la figura de Jesucristo. Pero, es necesario trabajar para que todo revierta en la vivencia de los valores y principios cristianos, que formen y edifiquen la cultura de la santidad, de la paz, de la justicia, de la honradez en la sociedad.

Ayudaría mucho que nos preguntemos sobre las verdaderas razones por las que participamos en esta fiesta religiosa: ¿Cuál es tu interés cuando asistes a la procesión del Señor de los milagros? ¿Qué buscas o a quien buscas?  La inmensa mayoría responde que desea un milagro y otros tantos que agradecen un milagro realizado. Me parece bien que se recurra al Señor de la vida para pedir un milagro: ¿A quién vamos a recurrir sino a Él? y, hay que ser agradecidos, por supuesto que sí, luego de un milagro concedido. Pero, de verdad, qué bonito fuera que alguien respondiera: “Yo he venido a la procesión porque quiero afianzar mi fe y mi compromiso con Él, quiero caminar a su lado, quiero sentir su presencia, quiero buscar su rostro, quiero encontrarme con Él, independientemente de los milagros que me conceda o no, que en todo caso para mí eso es algo secundario”. Creo que esta sería la respuesta ideal. Cuidado queridos hermanos que podemos caer “piadosamente” en buscar los “milagros del Señor” olvidando “gravemente” al “Señor de los milagros”, cosa que desfiguraría nuestra fe y empobrecería nuestra religión.

El objetivo y la meta del cristiano durante toda su vida, y concretamente en este mes, tendría que ser un encuentro con Jesucristo, un encuentro que le lleve a la conversión y a un compromiso con Él. Pedir un milagro sin ánimo de comprometerse con Cristo, a quien pedimos el milagro, no tiene sentido. La inmensa mayoría de la población peruana es cristiana, pero, los altos índices de corrupción son escandalosos; la delincuencia acampa por doquier; las desigualdades sociales y económicas resaltan a primera vista; en este mes morado las instituciones públicas rinden homenaje a la sagrada imagen y estas mismas instituciones tienen un índice de desaprobación descomunal por presuntos casos de corrupción, etc. Entonces en qué quedamos, somos cristianos o no somos cristianos. ¿De qué sirve la procesión, si la procesión no facilita o motiva a un encuentro con Jesucristo que llama a la conversión?  ¿Cómo pedir un milagro a quien por el propio estilo de vida se rechaza y no se está dispuesto a cambiar?

Yo les motivo, queridos hermanos, a permanecer firmes en la fe, a tener siempre la mirada puesta en el “Señor de los Milagros”. Les motivo a buscar primero, el Reino de Dios y su justicia, con la confianza que lo “demás” vendrá por añadidura. No intentemos buscar primero la “añadidura” y después el Reino de Dios, así como los “milagros del Señor” y después al “Señor de los Milagros”.

Vivamos a plenitud este mes de octubre, mes morado, mes penitencial, en el que debemos regresar la mirada al Señor para renovar nuestro compromiso con Él en su Iglesia. 

P. Víctor Emiliano