El agustino recoleto tiene que expresar al mundo lo que vive en su comunidad. Él está llamado a ser lumbrera. No con luz propia sino con la luz que da la vivencia del Espíritu Santo. Primero tiene que ser luz en su comunidad y luego ante el mundo. Esta es la mejor forma de probar que aquella luz es auténtica. No se explica ser luz fuera de la comunidad y oscuridad al interior de la misma, oscuridad con todo lo que implique la vivencia comunitaria y fraterna. Hoy, nuestra sociedad marcada con la indiferencia y el egoísmo, las divisiones y el arribismo, la lucha por el poder, la envidia, la competencia, necesita con urgencia paradigmas de fraternidad y servicio. Los frailes agustinos recoletos llevados por la fuerza vivificadora del Espíritu deben dar testimonio con sus vidas, de la presencia viva del Espíritu.
Reflexión 17: P. Víctor Emiliano