Ciclo B: El bautismo del Señor

1ra lectura: Isaías 42, 1 – 4.6 – 7

Salmo: 28

2da lectura: Hch 10, 34 – 38

Evangelio: Marcos 1, 7 – 11


 

YO OS HE BAUTIZADO CON AGUA, PERO ÉL OS BAUTIZARÁ CON ESPÍRITU SANTO.


 

Celebramos el bautismo del Señor y a la vez reconocemos que somos bautizados, y como tal nos proclamamos hijos de Dios y miembros de su familia que es la Iglesia. Nuestro bautismo no es como el bautismo que proclamaba Juan. Este simplemente era un símbolo de conversión y no iba más allá. El bautismo cristiano, el que hemos recibido todos nosotros en el seno de la Iglesia es el que viene con fuego, con la fuerza del Espíritu y que transforma el ser. Este es el bautismo mandado por Jesucristo por el cual todos nos hacemos uno. Jesús no necesitó ser bautizado, pero es tan grave para nosotros recibirlo que Dios siendo Dios lo recibió, para dejar claro que sin él no es posible la vida plena a la que estamos llamados. 

De aquí surge la irrenunciable obligación de los padres que se proclaman cristianos, de tratar por todos los medios que sus hijos reciban este sacramento lo más temprano posible. No se trata de elección ni de gustos o pareceres, el bautismo es asunto de fe que exige seriedad, convicción y responsabilidad. Con frecuencia escuchamos decir: “Que ellos elijan, cuando estén grandes, si quieren bautizarse o no”. Nada más absurdo e irresponsable un comentario de este tipo porque ningún padre de familia, que esté en su sano juicio diría a sus hijos que esperen estar grandes para optar, por ejemplo, por el colegio. Si es obligación del padre de familia dar a sus hijos  formación escolar  desde sus primeros años, con cuanta más razón se le tiene dar, también, el bautismo, esencial para su vida espiritual. Qué padre de familia normal retrasaría hacer el trámite respectivo ante la municipalidad para reconocer a su hijo como tal.

Por el bautismo recibimos la fe, la caridad, la esperanza, el amor, el Espíritu Santo; el bautismo es la puerta para la vida de gracia puesto que se borra el pecado original y todo tipo de pecado que se haya cometido; por el bautismo nos hacemos familia en la Iglesia conformando un solo cuerpo vivo, cuya cabeza es Cristo; nos convertimos en sacerdotes, profetas y reyes para poder extender su reino; por el bautismo nos configuramos en imagen y semejanza de Jesucristo. El bautismo es la entrada grande para recibir a plenitud todos los demás sacramentos y gracias que Dios en abundancia da a sus hijos.

Que la fiesta del bautismo del Señor nos mueva a responder de modo consecuente al bautismo que hemos recibido.

SEÑOR, AYÚDAME A RESPONDER DE LA MEJOR FORMA AL REGALO MARAVILLOSO DE MI BAUTISMO.

P. Víctor Emiliano