Ciclo A: Epifanía del Señor

1ra lectura: Isaías 60, 1 – 6

Salmo: 71

2da lectura: Efesios 3, 2 – 3.5 – 6

Evangelio: Mateo 2, 1 – 12


 

PORQUE HEMOS VISTO SALIR SU ESTRELLA Y VENIMOS A ADORARLO


 

Fiesta muy antigua en la Iglesia, sus raíces llegan al siglo IV y tiene origen pagano. La Iglesia celebra a Cristo que se manifiesta al mundo no judío, o pagano,  a través de estos personajes de oriente, los magos. El texto es alentador: La presencia del Hijo de Dios, la luz y el sol que nace, es para toda la humanidad, y su estrella es la que guía a todo hombre de buena voluntad.

Más de uno se preguntará por el significado de este texto en un mundo donde cada quien construye su estrella y quiere brillar con luz propia. El trabajo de cada cristiano por más sencillo y prominente que sea, siempre lleva una estrella, por lo que aquel debe estar atento para descubrirla, y así le pueda conducir a un encuentro con el Señor.  Los “magos” eran estudiosos de los astros, las estrellas eran algo común y cercano para ellos. Dios usó algo conocido por ellos para guiarlos. La estrella puede ser variada y cambia en cada ser humano y circunstancia de la vida. La estrella, para un médico puede ser un paciente, para un profesor un alumno que se distinga por algo,  puede ser un amigo, pueden ser unos padres muy comprometidos con su fe, hasta un extraño, que por su recta forma de vivir te compromete. Cual circunstancia siempre tiene una estrella. Intenta siempre descubrirla, y ella será la que te lleve a un encuentro con el Señor. Hay riesgo de confundirse con las tantas estrellas atractivas que el mundo presenta, pero no son más que pequeñas y engañosas lucecillas, que con facilidad se pueden identificar.  El consejo es claro: ¡sigue la estrella! Quien sigue la luz de la estrella necesariamente debe tener un encuentro con Cristo. Este será el gran momento para postrarse a sus pies, para presentarse y ofrecer los pobres y humildes dones: la vida, la familia, el trabajo, la salud, las alegrías y hasta los problemas. Es allí donde aquel ser humano de buena voluntad podrá brillar, no con luz propia, sino con la luz que solo Cristo puede dar. Esta es la experiencia que todo cristiano debe buscar, un encuentro personal con Cristo. El que lo ha visto y contemplado es el que puede brillar y manifestarlo a la sociedad y al mundo entero.

SEÑOR, QUE EN EL CAMINO DE MI VIDA SIEMPRE  PUEDA VER TU ESTRELLA.

P. Víctor Emiliano