CICLO B


1ra lectura: Isaías 63,16b-17.19b; 64, 2b-7

Salmo: 79

2da lectura: 1 Corintios 1, 3 – 9

Evangelio: Marcos 13, 33 – 37


 

VELAD ENTONCES, PUES NO SABÉIS CUANDO VENDRÁ EL DUEÑO DE LA CASA…


          Hoy comenzamos un nuevo año litúrgico. Entre los cristianos tendríamos que decir “Feliz año nuevo”, aunque el año civil concluya el 31 de diciembre. El año litúrgico se comienza con el adviento como preparación al tiempo de navidad. Iniciamos el ciclo B con las lecturas dominicales del evangelio según san Marcos.  

          En este primer domingo de adviento la liturgia presenta un llamado a estar en vela, es decir, despiertos y atentos pues Dios “Enmanuel” está continuamente viniendo a nosotros. Vino ayer, viene hoy y también vendrá mañana. Él tocará las puertas de los corazones y para distinguirle de las tantas llamadas que se reciben es necesario estar en vela, es decir, tener los ojos bien abiertos  para no dejarle pasar y así perder la oportunidad de la vida. La humildad y la oración constante son fundamentales para romper cadenas, esquemas, corazones endurecidos y todo aquello que obstaculice la vivencia del amor de Dios en la vida personal. El humilde ora y reconoce que es arcilla en las manos del alfarero, reconoce que es débil y necesita de su Padre para fortalecerse por lo que le invoca, el humilde practica la justicia porque es la ley de su Señor y siempre intenta caminar sus sendas. El adviento es precisamente esto, preparación del corazón para ser posada digna de Dios que viene a nuestro encuentro. En realidad toda la vida tiene que ser un constante adviento, una constante preparación para recibirle en el momento que él disponga.

          Que la vida personal, familiar y social sea el mejor pesebre para recibir al Señor de la vida.   

SEÑOR, QUE MI CORAZÓN PERMANEZCA SIEMPRE ARDIENDO Y DESPIERTO PARA DESCUBRIRTE EN MI DIARIO CAMINAR.

P. Víctor