Ciclo B: III domingo de adviento

1ra lectura: Isaías 61, 1 – 2a . 10-11
Salmo: Lucas 1, 46-50.53-54
2da lectura: 1 Tesalonicenses 5, 16 – 24
Evangelio: Juan 1, 6 – 8.19-28
ESTAD SIEMPRE ALEGRES. SED CONSTANTES EN ORAR
Este es conocido como el domingo de la alegría o Gaudete. En la corona de adviento se le identifica con el cirio rosado. Las lecturas invitan a esta experiencia hermosa de la “alegría” como preparación a la llegada del Salvador. La primera lectura, tomada de Isaías, nos habla del gozo que desborda con el Señor; el salmo responsorial es el magníficat con la antífona que llama a la alegría del espíritu en Dios; Pablo, en la segunda lectura, dice a los tesalonicenses, y en ellos a todos nosotros, que estemos siempre alegres y constantes en la oración. Pero, pareciera algo iluso: ¿Y los problemas del día a día? ¿Y las situaciones dolorosas de tantas familias? ¿Y la injusticia con los menos favorecidos? ¿Y la violencia en el país y en el mundo? ¿Y la explotación de tantos? Pareciera que no tiene sentido un llamado a la “alegría y el gozo” en un contexto tan adverso. Pero, por encima de todo ello el cristiano no puede perder el brillo que lo identifica con aquel que es la auténtica vida y que ya está entre nosotros y quiere transformar el corazón de quien le lleva.
Alguien puede preguntar ¿Por qué debo estar alegre? Sencillamente porque “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido”. Este es el regalo más grande que alguien puede recibir, haber sido elegido por Dios para ser instrumento de buenas noticias, instrumento de sanación, de paz y libertad y premiado con un traje de gala y de triunfo en medio de un mundo con tantos conflictos. Todo bautizado ha sido ungido para ser lumbrera y motivo de paz en la oscuridad.
Estas lecturas llaman al optimismo e invitan a ver el lado positivo y hermoso de la vida y del mundo. No todo está perdido, el Señor no tira fácilmente la toalla con sus criaturas. Te invito a recordar las tantas experiencias bonitas y hermosas por las que tenemos que agradecer. El recuerdo de su venida sencilla y humilde a nuestro pequeño portal, nos obliga a vivir un presente de modo coherente y, además, a planificar de la mejor forma el futuro. Estas lecturas nos guían a construir la felicidad sobre aquello que no fenece y no pasa de moda sino sobre la única base que es Cristo. Queda claro que si él es la base sólida del edificio de la vida las circunstancias por más adversas que sean no podrán opacar el gozo de la vida. Siempre hay momentos bonitos que contar.
Juan, el bautista, “la voz que grita en el desierto” nos sigue invitando a allanar los caminos de la vida, a enderezar los senderos, a purificar la existencia de modo que Jesús encuentre su pesebre en el corazón de cada uno y así lo inunde de gozo.
SEÑOR, QUE TENGA LA FUERZA SUFICIENTE EN TI PARA VENCER TODO AQUELLO QUE ME ESCLAVIZA Y NO ME DEJA SER FELIZ.
P. Víctor Emiliano