Ciclo B: III domingo de cuaresma

1ra lectura: Éxodo 20, 1 – 17

Salmo: 18

2da lectura: 1 Corintios 1, 22 – 25

Evangelio: Juan 2, 13 – 25


 

DESTRUID ESTE TEMPLO, Y EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ.


 

Las lecturas del tercer domingo de cuaresma nos presentan al Señor como “celoso” con lo que es suyo. No son los celos enfermizos producto del egoísmo sino expresión de alguien que quiere lo mejor para los que ama. En el libro del éxodo leemos: “Yo soy el Señor, tu Dios…No tendrás otros dioses  frente a mi…No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso…”. Él marca la pauta del camino con unos preceptos, “…palabras de vida eterna”, que poco a poco van construyendo la identidad de un hombre que pueda abrazar a su Señor en libertad. Él nos quiere para sí porque sólo él es la felicidad plena. Todo aquello que obstaculice esa felicidad plena, la realización de todo hombre, le esclaviza y desfigura, oscureciendo así la imagen de Dios en esa criatura. El texto del evangelio presenta a Jesús con autoridad para expulsar a los que han convertido la casa de su Padre en nido de ídolos. Hoy, con esa misma autoridad Jesús se presenta, también, a nosotros para expulsar de la vida todo aquello que desvirtúa y oscurece su presencia en nuestros corazones, templos del Espíritu (1 Corintios 6, 19-20). Con estas palabras: “Quiten esto de aquí, no conviertan en un mercado la casa de mi Padre” Jesús nos invita a extirpar de nuestras vidas lo que sobra y dificulta nuestro caminar hacia Él para ser, de verdad, templos del Espíritu. 

Él no solo es el Señor sino que quiere ser el Señor de cada vida humana, propiedad suya por el simple hecho de haberla creado.  Precisamente porque nos ama y sabe que sin Él no podemos hacer nada es que muestra ese afán, para no extraviarnos de sus manos.

Si algún domingo Jesús decidiera dar una vuelta por nuestras parroquias: ¿Qué diría? ¿A quiénes expulsaría? ¿Qué directivas daría a los párrocos? ¿Qué opinión tendría de la ropa que se usa para ir a misa? ¿Qué diría de las pasarelas que se ven en los matrimonios y bautismos? Pero, no sólo es el templo material; Jesús habla, también, de su cuerpo como templo, y Pablo afirma que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo . ¿Cómo va el cuidado de este templo? ¿No estará empeñado a los ídolos?

SEÑOR JESÚS QUE PUEDA EXPERIMENTAR ESE ESMERO POR TODO LO QUE IMPLIQUE TU PRESENCIA.

P. Víctor Emiliano