Ciclo A: III domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: Isaías 8, 23b – 9,3

Salmo: 26

2da lectura: 1 Corintios 1, 10 – 13.17

Evangelio: Mateo 4, 12 – 23


 

CONVERTÍOS, PORQUE ESTÁ CERCA EL REINO DE LOS CIELOS


 

“A los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló”. Cristo es la luz que ilumina la humanidad sumida en la oscuridad del pecado. Con él se construye el Reino al que todo hombre está invitado, no sin antes dar el paso de la conversión. El que sigue esta luz necesariamente debe dejarse iluminar por ella, y así dar pasos de  conversión: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Las lecturas de este domingo constituyen una invitación a dejar las grutas, siempre oscuras, donde el hombre incursiona guiado por sus afanes y caprichos, en busca de “novedades”. El hombre se afana por estas, y cree encontrar en ellas la plenitud, nada más opuesto a lo que Dios quiere para cada uno. Junto con el salmista todo cristiano debe decir: “El Señor es mi luz y mi salvación”. Pero, hay que seguir dando pasos. No todo queda en la conversión. Este es el paso inicial. El paso siguiente es actuar, responder a la llamada, que nunca falta, del Señor. Hoy, la llamada es urgente: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. La tarea es ardua, el mundo necesita lámparas,  que lleven la luz de la presencia de Cristo a todo rincón de la tierra. Se necesita gente que pesquen a tantos que caminan por el mundo como ovejas sin pastor, sin esperanza.   Tú, hombre o mujer de empresa, padre de familia, político, soltero, profesional, religioso o sacerdote

¿Te dejas iluminar por la Luz para poder ser luz?

SEÑOR, QUE NO ME CONFUNDAN LOS PEQUEÑOS FAROLES QUE EL MUNDO ME PRESENTA, Y QUE ME LLEVAN A PARAJES OSCUROS. QUE TÚ SEAS LA ÚNICA LUZ QUE GUÍA MI VIDA.

P. Víctor Emiliano