Ciclo A: IV domingo de pascua

1ra lectura: Hechos 2, 14a.36-41

Salmo responsorial: 22

2da lectura: 1 Pedro 2,20b-25

Evangelio: Juan 10, 1-10


 

YO SOY LA PUERTA: EL QUE ENTRA POR MÍ ESTÁ A SALVO


 

Cristo resucitado es el Señor y como Señor es modelo para todo aquel que se proclama cristiano. La imagen que presenta la liturgia este domingo es la del Pastor; el que cuida y protege, pastor cercano, y sobre todo, guía. Es el único que entra por la puerta del redil, es más, él es la puerta: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. Sólo él dará la comida, selecta y a su tiempo: “…yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.

Ante semejante Pastor: ¿qué objeciones tendrán aquellos que se auto proclaman pastores?  ¿qué dirán los que se constituyen señores de sí mismos y han construido su propio redil y moral? El mundo de hoy está plagado de un sin número de pastores: ideologías, modas, sectas, corrientes filosóficas, y tantos más, que exigen obediencia y sumisión, con la amenaza de considerar “intolerante” a todo aquel que los rechaza. Definitivamente tú Señor eres el buen Pastor y la puerta del Redil.

El Buen Pastor nos motiva también a buscar pastores que quieran dejar todo por la extensión del Reino, pastores enamorados del Pastor y dispuestos a llevar su presencia por doquier, pastores líderes capaces de remar mar adentro sin temores y angustias. Es tarea de todo el pueblo de Dios buscar pastores que hagan propicia la puerta grande del Buen Pastor. Por otro lado, por extensión, todos somos pastores en el preciso contexto que cada uno vive: en el hogar, en la empresa o trabajo, en el vecindario, como profesional o político. El mundo caminará cuando todos seamos capaces de erigir como Pastor al Señor, quitando aquellos “pastorcillos” que atentan contra la unidad y estabilidad del rebaño. 

SEÑOR, QUE TU SEAS LA ÚNICA PUERTA QUE SOLUCIONE MIS PROBLEMAS

P. Víctor Emiliano