Ciclo B: Jueves santo

1ra lectura: Éxodo 12, 1-8. 11-14

Salmo responsorial: 115

2da lectura: 1Corintios 11, 23-26

Evangelio: Juan 13, 1-15


 

…TAMBIÉN VOSOTROS DEBÉIS LAVAROS LOS PIES UNOS A OTROS…


 

Este día es el punto en el que se une la antigua y la nueva alianza. Para los judíos la Cena Pascual era el momento cumbre del año. Ellos conmemoraban su fiesta nacional, día de su liberación y constitución como país. Esta cena fue la última que Jesús tuvo con sus apóstoles y en la que se instituyó la nueva alianza. Aquí surge el sacramento de la Eucaristía y se celebra la primera Eucaristía de la cristiandad. Jesús se ofrece como víctima de propiciación al dar su cuerpo y su sangre para la redención del mundo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes…Este cáliz es la Nueva Alianza sellada con mi sangre”. Sus palabras marcaron la historia de la humanidad y a partir de allí, en cada Eucaristía, celebrada se renueva por su mandato aquella primera: “Hagan esto en memoria mía”. El mandato de actualizar y renovar su presencia hasta el final de los tiempos fue dado a sus apóstoles instituyendo de ese modo el Orden Sacerdotal. Es decir, los apóstoles son creados sacerdotes y partícipes del único sacerdocio de Cristo. A partir de ese momento sólo ellos podrán convertir, por la acción del Espíritu Santo, el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. La Iglesia celebra también el mandato del amor en el servicio cuando Jesús lava los pies de sus apóstoles: “¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman el Maestro y el Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros: les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan”. 

El sacramento de la Eucaristía es la vida de la Iglesia: ¿Será posible vivir sin recibirle? ¿Bastará con ser bueno o tenerle en el corazón? ¿Habrá pasado de moda el rol del sacerdote? ¿Será posible una iglesia sin Eucaristía?

Hoy el Santísimo sacramento es trasladado y expuesto en un espacio reservado para su adoración. Al término de la celebración de la cena del Señor y luego de la adoración a Cristo Eucaristía se procede a despojar el altar y se quitan todas las cruces y flores de la Iglesia. Dentro de poco Cristo será arrestado, para luego ser juzgado y crucificado.

SEÑOR, QUE TU CUERPO Y TU SANGRE SEAN MI FORTALEZA PARA SERVIRTE EN LOS DEMÁS.

P. Víctor Emiliano