Ciclo A: X domingo del tiempo ordinario
Santísima Trinidad

1ra lectura: Exodo 34, 4b-6.8-9

Salmo responsorial: Daniel 3

2da lectura: 2 Corintios 13, 11-13

Evangelio: Juan 3, 16-18


 

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE ENTREGÓ A SU HIJO ÚNICO…


 

La Iglesia celebra la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el misterio más grande de nuestra fe, y motiva a los fieles a adorar al único Dios en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta realidad no puede ser explicada por la razón, lo que no le quita verdad, pero sí la sostiene la fe.

Las lecturas de ese domingo encauzan la fe a la existencia de Dios, no como alguien solitario sino solidario y en familia: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo…” y como alguien cercano y amigo del hombre. La primera lectura lo proclama “…compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad” y la segunda como “…Dios del amor y de la paz”. Luego de escuchar los textos de este domingo creo que debe quedar claro que Dios es amor y un amor volcado a la humanidad hasta el extremo de entregar a su único Hijo para la redención del hombre. La Santísima Trinidad, tres personas distintas, es expresión de un amor tan compacto que se manifiesta como un único ser y que se derrama al hombre en la persona de Jesucristo.

Pero, esto de ninguna forma puede quitar la grave responsabilidad del hombre de responder a semejante amor. El amor de Dios necesita una respuesta: “Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz”. La respuesta del hombre es necesaria al extremo que su ausencia trae consecuencias: “…el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.

El mundo intenta desvirtuar la figura de Dios al presentar diosecillos que simulan saciar la sed que el hombre tiene del Dios vivo, al presentar un “dios” sentimentalista, bonachón y permisivo que priva al hombre de toda responsabilidad en su vida. Ese no es Dios, es “dios”. La Trinidad es el modelo de existencia para todo hombre y familia que quiere ser feliz.

SEÑOR, AYÚDAME A ACEPTAR EL MISTERIO MÁS GRANDE DE NUESTRA FE.

P. Víctor Emiliano