MES DE NOVIEMBRE
En este mes de noviembre, la Iglesia celebra la solemnidad de Todos los Santos y conmemora a los Fieles Difuntos. Son fechas significativas porque nos recuerdan lo que somos y que tantas veces, por los afanes de la vida, olvidamos y descuidamos. Nos recuerda que por el bautismo somos santos y constituimos el pueblo santo de Dios aquí en la tierra, y que la santidad aquí vivida es un espejo de lo que nos espera en la vida eterna; nos recuerda, también, que somos temporales y que esta no es nuestra patria definitiva. Para los peruanos, noviembre también es significativo porque celebramos la solemnidad de san Martín de Porres, religioso.
Estas celebraciones enriquecen nuestra vivencia de la fe y nos invitan a tomar en serio los compromisos que esta fe implica, de modo que podamos vivir como auténticos seguidores de Cristo y, así, construir una hermosa comunidad eclesial unida en la oración y la caridad. El tiempo y la sociedad que vivimos exigen un compromiso real y firme por parte de los cristianos. Así como los santos caminaron hacia Dios, hoy se nos invita a seguir sus huellas, de modo que podamos tener un encuentro personal con Jesucristo, el Señor de la vida. Con él tendremos vida, y vida abundante, aquí en este mundo y allá en la vida eterna.
Las celebraciones de noviembre nos invitan, además, a refrescar y potenciar el llamado a la conversión. Aunque la conversión es un proceso cotidiano durante toda la vida y que se enfatiza en Cuaresma, considero que este mes es propicio dada la cercanía de la celebración del Señor de los Milagros, celebración esta que nos muestra a Jesucristo crucificado, con los brazos extendidos y siempre a la espera de nuestra respuesta. La figura de Cristo crucificado, el llamado a la santidad, la celebración de todos los santos y la certeza que algún día partiremos nos deben llevar, de todos modos, a un cambio de corazón y a dejar atrás todo aquello que nos aparta del amor de Dios. Esto es un llamado a gritos del Señor a acercarnos más a Él y a nuestros hermanos.
Noviembre nos invita a ser luz, a ser consuelo para quienes sufren, y a ser testigos de esperanza en un mundo que tanto lo necesita.
Queridos hermanos los animo a vivir este mes con alegría y profunda oración. Que sea una oportunidad para acercarnos más a Dios y entre nosotros, como Iglesia peregrina hacia la vida eterna. Que el ejemplo de los santos, y entre ellos la más encumbrada, la santísima Virgen María, nos guíen en nuestro camino de conversión y pasos en santidad.
Con mi cariño fraternal para todos ustedes.
P. Víctor Emiliano