Esta página describe los pasos que fui dando en el camino hacia la vida religiosa y sacerdotal. Es el itinerario hacia una nueva etapa en mi vida.
Dejé atrás un modo de vivir, hermoso, apetecido y llevado con intensidad, para comenzar otro. Es natural en todo ser humano la búsqueda de su felicidad y realización siguiendo el camino de su propia vocación. Toda persona está llamada a ser feliz, a servir, a amar y ser amada. Es obligación de todo ser humano buscar el camino que le lleve a esa realización como persona. Esto no se logra con algo circunstancial como puede ser una carrera o una profesión determinada, el asunto va más allá, es algo más profundo y pleno. El camino tiene que ser algo que involucre la vida, el ser, la existencia, y lleve consigo un estilo de vida. Entonces surge la figura de los “estados de vida”. Un estado de vida canaliza y concretiza la vocación; cada uno con sus peculiaridades y características, con sus cualidades y aptitudes encaja en alguno de ellos y así surge la chispa de una vida plena, vida a la que todo ser humano está llamado. Creo que es tarea fundamental descubrir la vocación personal y vivir en un “estado de vida” acorde a ella, y así ser feliz en la misión que todos tienen en su paso por este mundo. La vida matrimonial, la soltería, la vida sacerdotal y la vida religiosa son estados de vida en los que la persona puede realizarse y vivir su santidad.
Creo importante subrayar que cuando digo que dejé un “modo de vida” no significa que dejé algo malo y pecaminoso, simplemente digo que opté por otro que me facilitara caminar por la vida de modo más pleno. No dejé mi familia ni mis amigos, jamás lo haría, no dejé mis cualidades y talentos, al contrario, todo eso lo potencié y los convertí en un nuevo soporte de mi vida. Mi familia y amigos, ahora, siento que les soy más útil y sirvo mucho mejor que antes.
Considero que no hay nada qué temer en ningún “estado de vida”. El secreto está en conocerse a sí mismo, saber discernir en conciencia y libertad y con sanos consejos decidir por uno.
Una carrera o una profesión, la preparación y cultura que se logre simplemente ayudan a realizar mejor la vocación propia de cada uno en su respectivo estado de vida. Yo soy agrónomo y siento que mi carrera la ejerzo más desde una perspectiva espiritual que profesional. Considero que mi carrera y demás estudios me ayudan a vivir mejor mi vocación.
P. Víctor Emiliano