MIS AMORES
NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN, PUERTA SIEMPRE ABIERTA
La parroquia Nuestra Señor de la Consolación fue erigida como tal el 2 de octubre de 1967 y confiada a la Orden de Agustinos Recoletos. Fue puesta bajo la protección de Nuestra Señora de la Consolación. La parroquia está ubicada en Chiclayo, en la urbanización Santa Victoria.
Esta fue la segunda puerta, después de mi familia, que el Señor abrió para comenzar a descubrir mi vocación. Todo comenzó con una sencilla invitación a formar parte de un grupo parroquial, muy querido y valorado por varios compañeros del colegio donde yo estudiaba, allá por el año 1981, cuando yo cursaba el tercero de secundaria: GJRAC (Grupo Juvenil de Reflexión y Acción Cristiana). Con este grupo comenzó toda una historia en la que veo con claridad la mano guiadora de Dios. En esta parroquia comencé a cultivar amistades, las buenas relaciones sociales, y a fortalecer mi vida de fe. Me cautivó la sencillez, el celo pastoral, la entrega y el trabajo ordenado y coordinado de los frailes que conformaban la comunidad que atendía esta parroquia. Nunca había experimentado la cercanía, confianza y amistad de unos religiosos. Recuerdo a los padres Ángel Jiménez, Venancio Tabernero, Pedro Senociaín, Víctor García, Tomás Sáez, José Jiménez, y tanto otros que pasaron por allí. Recuerdo con cariño aquellos tiempos de paseos, fiestas, recolección de víveres para los más necesitados, la catequesis de primera comunión y confirmación, el trabajo de limpieza y el arreglo del templo para los días de fiesta y navidad, la misa de niños, los encuentros de promoción juvenil y otros retiros, recuerdo las veces que me quedaba hasta tarde en el mimeógrafo para sacar las hojas para la catequesis, los detalles de JJ y Venancio cuando me llevaban a mi casa cuando era muy de noche, las reuniones del GJRAC los sábados por la tarde, mis confesiones con el padre Pedro, las llamadas de atención de Ángel Jiménez, los momentos de bromas y risas en el muro de la fachada de la casa parroquial luego de la misa de los domingos y tantas experiencias que fueron construyendo mi vida de fe y mi vida social.
Esta parroquia, que la puedo llamar con toda verdad mi segundo hogar, articuló mi vida familiar, mi vida universitaria y mi vida laboral. Ella fue dando forma a un estilo de vida del que ahora disfruto a plenitud. No me cansaré de repetir: “¡Integra tu parroquia, forma parte de un grupo!”. La universidad, el trabajo y mi familia nunca fueron obstáculos para servir en mi parroquia, al contrario, fueron pilares para servir mejor en ella. Mi parroquia me dio luz para desenvolverme mejor en la vida.
Pienso que todo este camino recorrido fue preparación para algo especial reservado para mí. Cuando menos lo esperaba, un amigo muy cercano de la parroquia me hizo una propuesta: “Y tú, por qué no. Tú tienes pasta” refiriéndose a la vida religiosa y sacerdotal en la orden de agustinos recoletos. Es así que en marzo de 1995 ingresé al postulantado San Ezequiel Moreno, en Lima.
Gracias querida familia, sobre todo mis padres y hermanos, por derramar torrentes de agua viva en la vida de este servidor. Gracias parroquia Nuestra Señora de la Consolación por ser puerta, siempre abierta, por la que entré y descubrí mi vocación.
P. Víctor Emiliano
SANTA RITA DE CASIA, MI PRIMER AMOR

La parroquia Santa Rita de Casia ubicada en el distrito de Miraflores de Lima, fue erigida como tal el 29 de marzo de 1961 por Mons. Juan Landázuri Ricketts, arzobispo de Lima.
¡Sí señor! Este fue mi primer amor. Luego de concluir la etapa del teologado en el seminario, los estudios teológicos en la FTPCL y hacer mi profesión solemne, me dieron mi primer destino: La comunidad de la parroquia Santa Rita de Casia. Es así que en el año 2002 comienza una nueva experiencia en mi vida. Es el año pastoral, el año de preparación para la ordenación sacerdotal. Comenzó la responsabilidad del trabajo con la feligresía, el trato directo con la gente y con los grupos de la parroquia, los primeros pasos en el colegio Santa Rita. Comenzó el tiempo de organizar el propio tiempo. Recuerdo que la comunidad estaba conformada por los frailes Juan Cuña, Francisco Borobio y Carmelo, hoy obispo emérito de Cajamarca. Recuerdo las palabras del Fr. Carmelo: “Bienvenido a casa, Víctor”. Con el paso de los años ya vendrían otros compañeros: Juan José, Jesús Rodríguez, Gerardo Rimarachín, Víctor García, José Jimenez, Julio Chacón.
Esta parroquia me vio crecer y en ella aprendí a pastorear. Estando en ella me ordenaron de diácono en nuestro convento de Pachacamac y me ordenaron sacerdote en Chiclayo. Los hermanos con los que me tocó vivir me enseñaron a cultivar y a trabajar en comunidad. Tengo los mejores recuerdos de este primer amor.
Gracias Santa Rita de Casia por enseñarme a caminar.
P. Víctor Emiliano
SANTA MÓNICA, FUEGO DE MI VOCACIÓN.

La parroquia Santa Mónica está ubicada en la ciudad de Chota, capital de la provincia de Chota, en el departamento de Cajamarca. Junto con las parroquias Todos los Santos y Santa Rosa constituyen las tres que están en la ciudad.
La parroquia fue erigida y encargada a los frailes agustinos recoletos el 1 de enero de 2003, día de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, por el Obispo prelado de Chota y Cutervo, Mons. Carmelo Martínez Lázaro OAR. El templo parroquial está ubicado dentro de las instalaciones del convento del mismo nombre.
La Parroquia Santa Mónica cuenta con adecuada infraestructura para el servicio a la feligresía. Las diferentes catequesis así como los movimientos y grupos parroquiales, talleres, y toda la actividad pastoral encuentran un espacio adecuado para su normal despliegue.
Llegué a esta parroquia el 3 de marzo de 2013, recuerdo que eran las 11 de la mañana. Santa Mónica se constituyó en mi segundo destino, después de 11 años de labor en la parroquia Santa Rita de Casia, en Lima. Conformaban la comunidad los frailes Julián Montenegro, Francisco Henáez, Sofiano Ayquipa y Alberto Yaipén.
Para mí fue algo novedoso, definitivamente una experiencia que marcó mi vida religiosa. Poco a poco comencé a integrarme a la nueva realidad, realidad completamente distinta a la que había estado viviendo hasta hace poco.
Mi labor en esta parroquia fue la de párroco. Conforme iba conociendo la parroquia fui descubriendo el gran regalo que el Señor me tenía preparado. Fue muy gratificante mi trabajo con la gente chotana. Tengo que dar gracias a Dios por haberme permitido trabajar rodeado de gente buena, sencilla, muy respetuosa y con una maravillosa disponibilidad para el trabajo misionero. La gente del campo, sin quitar méritos a los hermanos de la ciudad, es una bendición de Dios. A donde he llegado siempre me han recibido con una sonrisa y he sido bienvenido. Por otro lado, las maravillas de la naturaleza no me han faltado. Tengo un sinfín de fotos de paisajes, atardeceres, etc. que han deleitado mi vista y mi espíritu. Soy un aficionado a las maravillas de la naturaleza que chota me ofreció. El trabajo de misión con esta linda gente no fue trabajo en realidad, fue todo un placer compartir la vida con ellos. Con el paso de los años y con los compañeros de comunidad todo comenzó a tener forma.
Aquí laboré hasta el 18 de noviembre de 2018. Después de casi 6 años de labor por esta comunidad puedo decir que se convirtió en FUEGO DE MI VOCACIÓN.
Gracias Señor por el regalo que tú me tenías preparado al enviarme por esta linda tierra.
P. Víctor Emiliano