Definitivamente he comenzado el año de la mejor manera. Nuestra parroquia organizó el viaje, con el rango de “peregrinación”, hacia la ciudad de Trujillo para un encuentro especial con el Vicario de Cristo: el Papa Francisco. Este viaje se realizó el 19 de enero de 2018 para poder participar en la misa solemne, en la playa de Huanchaco, del día 20. La comitiva de nuestra parroquia la integraron 102 personas de los distintos grupos y movimientos. No podíamos faltar los frailes que laboramos en santa Mónica: Jesús Mego, Nicolás Vigo y un servidor, quienes con entusiasmo y expectativa preparamos el viaje. Por ser algo fuera de serie esto tiene que ser el anuncio de un año bonito, ojalá no me equivoque.
Con un par de meses de anticipación, y en coordinación con el P. Ítalo, delegado de la Prelatura ante el equipo organizador en Trujillo, se comenzó el trabajo preparatorio en la parroquia. El primer paso fue la publicidad y luego las inscripciones en el despacho parroquial con fecha límite de inscripción. Como es costumbre en nuestra cultura, el último momento fue el preferido por la gente. Paso siguiente fue el contrato de los buses con la Empresa de Transportes Torres.
En todo momento se insistió a la gente que tomara conciencia que no se trataba de un viaje de turismo sino de una peregrinación, y que esto implicaba preparación. Es así que en todas las misas dominicales se tocaba este punto y en las preces no faltaba una oración por esta visita; así también se organizaron las catequesis y las novenas con los subsidios proporcionados por el obispado, para todos los que participarían del viaje.
En la asamblea diocesana, de finales de noviembre del 2017 se dieron más alcances sobre este viaje. Se informó sobre la identificación que cada persona y los buses debían tener; además, sobre el color crema asignado a nuestra prelatura, y que nos distinguiría de otras jurisdicciones eclesiásticas en la explanada del balneario de Huanchaco. Por esto se acordó confeccionar polos con ese color. Además se informó aspectos a considerar respecto a los niños, ancianos, equipajes y alimentación. El 5 de enero se tuvo una reunión en la parroquia con todos los inscritos, allí se explicó detalladamente lo acordado en la asamblea y otros pormenores del viaje. Todo quedó listo tan solo para coger maletines y partir a las dos de la tarde del día 19. Pero, no faltan los inconvenientes aunque se haya tenido una buena planificación. A dos días del viaje se presentaron unos problemas con el transporte que, a Dios gracias, pudo superarse no sin mucho esfuerzo. La Empresa de Transportes Torres ya no podía brindar dos buses por lo que, a última hora, se tuvo que buscar otra que brindara un bus. La empresa que nos auxilió a última hora fue la Empresa de Trasportes Delgado.
Por fin, llegaron el día y la hora esperados y, luego de las últimas indicaciones, la entrega de polos, solucionar asuntos económicos, los sorteos respectivos para abordar las movilidades, y hacer llamadas a las empresas de transporte para que nos recojan puntualmente en la parroquia, partimos rumbo a Trujillo. Aunque con 20 minutos de retraso, pero partimos. El viaje fue de lo mejor, se hicieron las paradas respectivas para la alimentación y recoger algunas personas en Chiclayo, entre ellas mi familia. No hubo inconvenientes en esta parte del viaje.
Al llegar a Trujillo, pasada la medianoche, ya la policía había cerrado el tramo directo a Huanchaco por lo que desviamos la ruta y, luego de un largo tramo, llegamos a un óvalo donde necesariamente debían quedar aparcados los buses de los feligreses. Desde allí tuvimos una larga caminata hasta la playa. En la playa nos encontramos con un grupo de Chotanos, entre ellos el P. Lute, sacerdote de la prelatura, y el señor Roque, entre otros que se alegraron al vernos, y nos señalaron el camino a seguir. Algunos de ellos custodiaban a la patrona “La Inmaculada”, quienes con mucho celo la tenían cubierta para evitar el posible daño de la brisa del mar y polvo. La imagen estaba ubicada muy cerca del estrado oficial, mirando al estrado al lado derecho, y junto a la Cruz de Motupe y el Divino Niño de Eten, entre otras imágenes. El espacio era muy limitado como para acampar en ese lugar, además había gente por todos lados, por lo que tuvimos que emigrar a un lugar más retirado, a unos cuantos metros de la playa. Para entonces eran ya las dos de la mañana. Lamentablemente, lo que estábamos viviendo no tenía nada que ver con el orden e indicaciones establecidos en el escritorio. Ubicados ya, muchos optaron por descansar, el viaje había sido largo y merecíamos un descanso. Muy temprano los parlantes comenzaron a sonar con música y algunas indicaciones respecto al uso de los sanitarios, el recojo de la basura, entre otras cosas. No faltaron las fotos con banderolas y pancartas con los jóvenes y demás miembros de la delegación.
Algo importante que destacar es la seguridad. La Policía Nacional estuvo repartida por todos lados, así como miembros del ejército y personal de la UDEX; la Marina de Guerra del Perú estuvo presente con embarcaciones especiales que custodiaron el mar de Huanchaco, además de la Fuerza aérea del Perú.
Luego de una comunicación en la que informaban que los sacerdotes estaban ya ubicándose en el estrado, como a las ocho de la mañana, los padres nos alistamos para dirigirnos allí. Con las respectivas identificaciones en mano, excepto el P. Jesús, aunque no las pidieron, entramos a los camerinos. Allí nos revestimos con las albas, estolas y cíngulos que habíamos llevado y usamos las casullas que los organizadores habían confeccionado para los sacerdotes, y que luego de terminada la celebración nos dimos con la sorpresa que eran un regalo. Ya cambiados nos dirigimos al espacio reservado para los sacerdotes, en la parte baja del estrado principal. Allí nos encontramos con varios conocidos de nuestra Prelatura. Fue necesario usar sombreros y, además, cremas protectoras que algunas damas repartían, debido al fuerte sol del momento.
Cerca de las nueve de la mañana anunciaron la llegada del vuelo de Latam en el que llegaba el Santo Padre. Desde donde estábamos pudimos observar en los aires trujillanos la nave, custodiada por aviones caza de la Fuerza Aérea del Perú. No faltaron los aplausos y la algarabía, los parlantes no dejaban de sonar con cantos de alabanza. Minutos después se anunció la presencia del Papa en el balneario de Huanchaco. La emoción era incontenible, la gente gritaba y aplaudía emocionada, y se agolpaba a los corredores cuando el papa- móvil comenzó el recorrido. Yo tuve la facilidad de estar muy cerca a las barandas por lo que pude filmar su paso y gritar su nombre, ¡fue emocionante! El P. Nicolás, en una mejor posición, pudo tomar una fotografía en la que coincidió el Papa y mis brazos extendidos. Es una hermosa toma y la conservo.
Luego del recorrido por los pasadizos en medio de la multitud, que se calcula en medio millón de personas, el Papa se dirigió al estrado principal, magníficamente diseñado y adornado, donde todo ya estaba preparado y le esperaban los obispos, sacerdotes y un surtido equipo de liturgia. Antes de comenzar hizo mención y saludó a las comunidades que se habían hecho presentes con sus respectivas imágenes, entre ellas nuestra patrona de Chota, y la gente respondía con aplausos. Luego, sin más espera dio comienzo a la celebración de la misa, la primera celebrada en Perú, animada por un coro gigante y hermoso. La misa duró aproximadamente cincuenta minutos, la homilía fue motivadora y alentó a la feligresía a seguir luchando sin perder la esperanza: “Los peruanos en este momento de la historia no tienen derecho a dejarse robar la esperanza”. Así mismo denunció la violencia, el sicariato, la falta de oportunidades educativas y de trabajo para los jóvenes, así como la falta de una casa digna y segura para las familias, entre otras cosas. Antes de concluir la misa Mons. Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo, dirigió palabras de agradecimiento al santo padre. Terminada la eucaristía no faltaron los saludos de las autoridades civiles y religiosas. Así concluyó este esperado encuentro con el santo padre.
Luego de la misa nos organizamos para el almuerzo, unos en la playa y otros en algún establecimiento cercano. El retorno al igual que la llegada, fue caminando, ahora desde la playa hacia el famoso óvalo. ¡Vaya cantidad de gente! Ya en los buses, los que viajaron a Trujillo en la Empresa de Transportes Torres regresaron a Chota en la Empresa de Trasportes Delgado. Cada bus se organizó con la gente que tenía, y como nuestro bus, el de Transportes Delgado, ya tenía los pasajeros completos comenzó el viaje de retorno. Tengo entendido que el otro bus partió de Trujillo una hora después. Todo bien hasta Chiclayo, donde hubo que cambiar de bus por desperfectos mecánicos. ¡Vaya lío! Ahora, en un nuevo bus rumbo a Chota y planificado para llegar a las dos de la mañana. Nada más falso, llegamos casi al amanecer. El nuevo bus de Delgado se descompuso: ¡Qué impaciencia! ¡Qué informalidad! Esta fue una raya más, de las tantas, al pobre tigre. Pero bueno, todos llegamos bien, sanos y salvos y, sobre todo, contentos y felices por la “especial” experiencia en Trujillo.
Gracias a Dios por estar siempre con nosotros.
P. Víctor Emiliano
