La recolección es un proceso que, en el interior de la vida de un ser humano, necesariamente lleva a un encuentro con Dios. Y es desde allí, desde el interior del corazón, que se debe alabar al Señor. Las relaciones de convivencia en la comunidad y en el trabajo pastoral deben expresar lo que se vive en el corazón. La coherencia de vida debe ser lo que da brillo a la vida comunitaria. Si este proceso de recolección no se da en la vida de un agustino recoleto todo lo que se ve en su vida puede ser una careta muy bonita pero sin fondo, un activismo barato que a la larga llevará al cansancio, lo que indica que el objetivo último de todo no es el amor a Jesucristo sino otros intereses.
Reflexión 12: P. Víctor Emiliano