No sea llamativo el porte exterior

El proceso de recolección es lo que lleva a la persona hacia su interior para allí encontrarse con Dios. Por tanto las exterioridades, sin dejar de ser importantes, no rigen la vida. El agustino recoleto no es por su exterior sino por lo que vive en su interior. En todo caso la vivencia exterior debe ser consecuencia de la experiencia interna.

El agustino recoleto debe estar vigilante, en constante reflexión sobre el ritmo de la vida personal. No debe permitir que las exterioridades de la vida, que dígase de paso nunca van a faltar porque estamos insertos en una sociedad, le distraigan y sea un obstáculo para una experiencia plena en el Señor, por quien él ha optado con exclusividad. El agustino recoleto tiene que dar a cada cosa el lugar que le corresponde y cuidar de modo vehemente el lugar que le ha dado a Jesucristo. Él no puede dejarse seducir por nada ni nadie que no sea el Señor, su opción personal, ni tampoco añorar o lamentarse por no tener eso, ajeno y externo a su vocación, ya que estaría demostrando que su opción por Jesucristo no es genuina en la vida religiosa: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese así mismo, cargue con su cruz y me siga” (Mateo 16,25).

Reflexión 11: P. Víctor Emiliano