CICLO B
1ra lectura: Hechos 9, 26-31
Salmo responsorial: 21
2da lectura: 1 Juan 3, 18-24
Evangelio: Juan 15, 1-8
YO SOY LA VID, VOSOTROS LOS SARMIENTOS.
Jesús no sólo es el Buen Pastor, sino también el tronco. Todo aquel que permanezca en él tiene vida. Él tiene la sabia que rejuvenece, el secreto de permanecer siempre verde. Aquel que no enraíza en la Vid es muerte y genera muerte. Si el cristiano quiere amar de verdad, no solo de palabras sino de obras, deberá permanecer en Cristo. Él es el que da brillo y consistencia a toda obra. La experiencia de Pablo es ejemplar para ver con más claridad la obra renovadora de Cristo. Primero, él es podado y transformado, su conversión al Señor marca un antes y un después en su vida. Esa poda significó dejar criterios y conceptos hasta el extremo de llamarlos basura, que le ocultaban el verdadero rostro de Cristo y su Iglesia. Luego, ya en la comunidad de creyentes, inserto en la Vid Verdadera se vio el fruto sano y jugoso: la evangelización de los gentiles. Pablo, desde aquella poda pondrá su vida entera a disposición del que lo escogió como instrumento para la salvación de los hombres. La vida de Pablo está incrustada en la de Cristo al extremo de afirmar que “su vivir es él”.
Las lecturas de este domingo invitan a hacer un alto en la vida y reflexionar acerca del tronco al que cada uno está aferrado y enraizado. Una pista de evaluación podrían ser los frutos que se producen y su abundancia: “…el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no pueden hacer nada”. La vida es corta, y la conciencia de no haber gozado de frutos abundantes, genera desconcierto. ¡Cuántas ramas secas en la vida! ¡Cuánto tiempo perdido! ¡Qué desconcierto!: “Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden”.
SEÑOR, DAME DE BEBER DE TU SABIA PARA PRODUCIR FRUTO ABUNDANTE.
P. Víctor