Ciclo B: VII domingo de pascua
La Ascensión del Señor

1ra lectura: Hechos 1, 1-11

Salmo responsorial: 46

2da lectura: Efesiós 1, 17-23

Evangelio: Marcos 16, 15-20


 

ID AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMAD EL EVANGELIO A TODA LA CREACIÓN.


 

Este domingo la Iglesia celebra “La Ascensión del Señor” al cielo. No es la despedida ni el final de su presencia en el mundo, por ende no es la negación de su promesa de estar siempre con nosotros. Comienza una etapa diferente en la que los discípulos de Jesús no estarán solos, caminarán fortalecidos con el Espíritu a la espera de su segunda venida: “El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse”. La ascensión, a los cuarenta días de la resurrección, reconforta y llena de esperanza al pueblo de Dios y exige al creyente la tarea de la evangelización. Reconforta y llena de esperanza porque la muerte ya no tiene poder para retener a nadie y queda demostrado que el hombre es capaz de tener un encuentro definitivo con Dios; es decir, el hombre es capaz de Dios pero, de la mano de Cristo. Si Cristo, cabeza de la Iglesia entra al cielo, cómo no le seguirá también la Iglesia, su cuerpo vivo, en el mundo. Tan sólo se necesita tener la mirada fija en él, es decir, en todo aquello que enseñó, de modo que la vida pueda transcurrir por los cauces trazados por él. Solo así y, claro, sin descuidar las cosas de este mundo, propias de la condición humana, será posible ese encuentro íntimo al que todo ser humano está llamado. La ascensión del Señor es la certeza que el hombre ya tiene el cielo en sus manos y que la puerta del Reino está abierta para todo aquel que desee disfrutarlo. Esta es la gran noticia que como lámpara debe iluminar en la oscuridad del mundo, y es  tarea de todo cristiano anunciarla y proclamarla, con presteza y alegría. Que la humanidad tenga la mirada puesta en el cielo donde está Jesús exaltado sin descuidar esta realidad, pasajera y necesaria.

SEÑOR, AYÚDAME A LUCHAR CONTRA EL DESALIENTO EN LAS ADVERSIDADES DE LA VIDA.

P. Víctor Emiliano