Ciclo B: XI domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: Ezequiel 17, 22-24

Salmo responsorial: 91

2da lectura: 2Corintios 5, 6-10

Evangelio: Marcos 4, 26-34


 

EL REINO DE DIOS SE PARECE … ES COMO UNA SEMILLA DE MOSTAZA


 

Nótese la sencillez con la que Jesús habla del Reino de los cielos. Y es que las cosas grandes se van construyendo con las pequeñitas, como los granos de mostaza. El Reino de los cielos es obra de Dios no es obra humana; el hombre tan sólo es un instrumento, valioso y amado por Dios pero, incapaz de limitar la acción del amor de Dios en la historia. Lamentablemente, el mundo con sus luces multicolores y la indiferencia o necedad del hombre ante el llamado de Dios a participar de su Reino, este pasa desapercibido, e incluso es obstaculizado en su crecimiento pero, sin que se le pueda detener, aunque cuanto más tarde en instalarse más infortunada será la humanidad. Dios sabe cómo dirige el mundo en su infinita providencia pero, qué chasco y desilusión cuando el llamado a ser su primer aliado, el hombre, se torna ajeno e indiferente o en implacable enemigo.

Jesús nos explica que el Reino de los cielos se construye en el día a día, con el esfuerzo de tantos padres de familia, hijos, empresarios, políticos y tantos anónimos que intentan hacer bien las cosas y vivir en la ley del amor. Estos  se constituyen en las pequeñas raíces que van creciendo y entrelazándose entre las múltiples actividades de la vida, para ser fermento del mundo. A estos no los ve el mundo ni la prensa, pasan inadvertidos, no son productivos económicamente. Sin embargo son los que van extendiendo el Reino y así van fermentando la humanidad.

Para ver el Reino de Dios se necesita la fe y para servirle la humildad, incluso, en las circunstancias duras de la vida. Pareciera que el reino del mal se impone y triunfa por el ruido que hace pero, el Reino de Dios está allí, y siempre avanzando. La disposición y el trabajo de cada uno son importantes en la medida que son buenos instrumentos para que el Reino fluya y se extienda.

SEÑOR, AYÚDAME A CONSTRUIR TU REINO EN LAS COSAS SENCILLAS DE LA VIDA.

P. Víctor Emiliano