Ciclo A: XII domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: Jeremías 20, 10-13

Salmo responsorial: 68

2da lectura: Romanos 5, 12-15

Evangelio: Mateo 10, 26-33


 

NO TEMAN A LOS QUE SOLO PUEDEN MATAR EL CUERPO


 

Jeremías como profeta debe cumplir su rol de profeta. Pero cumplir su labor de modo responsable y fiel, le trae problemas y aparecen adversarios, no le faltan las críticas y quieren eliminarlo porque estorba. Es en ese contexto que Jeremías invita a poner todo el trabajo profético en las manos de Dios, a mirarle como el escudo que cubre de los flechazos de los adversarios;  motiva e impulsa a la oración sincera y confiada, a pedir lo que se necesita con la seguridad que el Señor escucha y responde: “Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo…”. Jeremías mantiene firme su fe en medio de los adversarios y nos invita a no temer, a ser maduros en la fe. Jesús conoce nuestras debilidades y sabe muy bien que el “miedo” nos acompaña siempre, tanto en las adversidades como en los momentos de decisión. Nos invita a no temer, pero por si seguimos con temores nos dice que el mayor temor tendría que ser al que puede destruir alma y cuerpo, es decir a Dios, desplazando al que solo puede destruir el cuerpo, el hombre: “No teman a los que solo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman mas bien al que puede echar el alma y el cuerpo al infierno”.  Se puede ver con claridad que cuando hablamos de temor referido a Dios se trata del santo temor que nos cuida de ofenderle gravemente. 

La liturgia de este domingo nos invita a perseverar en nuestro profetismo a pesar de las adversidades que se presentan, muchas veces adversidades causadas por otros; nos invita a desterrar los temores y angustias, sabiendo que el Señor cuida y está pendiente de sus hijos: “Entonces no teman, pues hasta los cabellos de sus cabezas están contados”. Él nos invita a anunciar y denunciar al estilo de Jeremías, a proclamar, y predicar la verdad en medio de las críticas. El profeta no tiene miedo porque su único soporte es Dios, y Dios no falla, y tiene el premio de tener a Cristo de su lado ante el Padre del cielo.

SEÑOR, AYÚDAME A SER PROFETA EN TODAS MIS TAREAS COTIDIANAS.

P. Víctor Emiliano