Ciclo A: XIII domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: 2 Reyes 4, 8-11. 14-16a
Salmo responsorial: 88
2da lectura: Romanos 6, 3-4.8-11
Evangelio: Mateo 10, 37- 42
NO ES DIGNO DE MÍ EL QUE AMA A SU PADRE O A SU MADRE MÁS QUE A MÍ…
La fe es un don de Dios, y es necesario pedirlo. La fe implica seguir a Jesús, pero de modo radical. La persona que tiene fe no puede condicionar a Jesús y su seguimiento no puede ser a medias, bajo el riesgo de no ser fe lo que dice profesar. El que quiere seguir a Jesús, insisto en la frase “el que quiere”, debe dejar todo aquello que le dificulte aceptarlo a plenitud. Esto significa negarse a sí mismo y cargar con su cruz. Jesús no quiere que su seguidor se despersonifique y deje de ser él, tan sólo pide que borre del “disco duro” todos los archivos virulentos que hacen lenta la máquina de la vida. Por eso la insistencia de Jesús: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”. No es que los padres o los hijos o los hermanos no sean importantes, de ninguna manera; Jesús no pide despreciarles, simplemente se trata de dar a cada uno el lugar que le corresponde. Si Dios es el que provee de todo no tiene lógica que se prefiera una provisión al proveedor. Si la persona es consciente de quien es Jesús y le da el sitial que le corresponde, obviamente que todo lo que se relacione con él siempre será bienvenido y prioritario; como a Dios nadie le gana en generosidad, la paga que reciba aquella persona no puede ser menos que justa.
EN LA AGENDA DE TU VIDA ¿QUIEN ES PRIORIDAD?
P. Víctor Emiliano