Ciclo A: XIV domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: Zacarías 9, 9-10

Salmo responsorial: 144

2da lectura: Romanos 8, 9.11-13

Evangelio: Mateo 11, 25-30


 

VENGAN A MÍ LOS QUE SE SIENTEN CARGADOS Y AGOBIADOS, PORQUE YO LOS ALIVIARÉ


 

Como siempre, los sencillos y humildes son los mejor posesionados frente a los que dicen saber algo. No es novedad que los sabios y entendidos en sus pequeñas pretensiones se retiren con las cajas destempladas. Los humildes y sencillos siempre esperan con la mano extendida y no es de extrañar que su alforja permanezca siempre llena. A ellos el Señor destinó para que multipliquen su presencia y lleven la novedad del evangelio a los confines del mundo. Quién mejor que ellos, que tienen el corazón abierto y dispuesto para conocerle. Los sabios y entendidos descansan en sus logros y glorias, es muy complicado contar con ellos para los sencillos trabajos que el Reino requiere. No son capaces de  ver trabajo donde abunda el trabajo, tan solo pueden ver lo que asegura sus mezquinos intereses. Su mente y corazón están atascados en ellos mismos, lo que les imposibilita ver más allá de su propia sombra. Los trabajos del Reino, aunque sencillos también cansan y agotan, pero se tiene la mano cuidadosa del Maestro que nunca falta, él nunca descuida a sus colaboradores en la mies. Sabe que la tarea de llevar su presencia a un mundo hostil es ardua y fatigosa, por ello “Venid a mí todos los que estén cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso”.

En medio de las fatigas y del cansancio qué delicia es reposar en el Maestro.

SEÑOR, QUE APRENDA A SER HUMILDE COMO TÚ.

P. Víctor Emiliano