CICLO B


 

1ra lectura: 1 Reyes 19, 4 – 8

Salmo responsorial: 33

2da lectura: Efesios 4, 30 – 5, 2

Evangelio: Juan 6, 41- 51


 

EL PAN QUE YO DARÉ ES MI CARNE, Y LA DARÉ PARA VIDA DEL MUNDO


          Jesús insiste: “Yo soy el pan de la vida”, “yo soy el pan bajado del cielo”. Las críticas no le amedrantan y es que no puede decir otra cosa más que la verdad. La insistencia de Jesús expresa la gravedad de tal afirmación: “éste es el pan que baja del cielo para que el hombre coma de él y no muera”. El tema es crucial: “es de vida o muerte”. Estas palabras fueron escándalo en los tiempos de Jesús y hoy siguen incomodando a tantos que quieren vivir alimentándose de comida fácil de adquirir: “comida chatarra”. El mundo no cesa de publicitar de la mejor forma posible distintos manjares, muy atractivos, que intentan competir con el auténtico pan de la vida. El énfasis de Jesús en este tema no puede tener otro objetivo que ir vislumbrando su presencia real en el sacramento de la Eucaristía. Si él es el Pan de la Vida ¿Qué otro pan puede saciar al hombre? Esta reflexión lleva necesariamente varias preguntas dirigidas a los cristianos: “¿Estoy convencido que Cristo está realmente en el sacramento de la Eucaristía? ¿Puedo afirmar frente a los no creyentes que Cristo está en su humanidad y divinidad allí en la hostia consagrada? Es que llama la atención la facilidad con que se deja la misa dominical “centro de la vida cristiana” y donde de modo privilegiado Cristo se hace presente en el sacramento de la Eucaristía. Para todo hay tiempo menos para lo esencial en la vida de todo creyente. Que esta breve reflexión ayude a ver con más claridad la respuesta que cada uno tiene a la invitación de Jesús a que le acepten como “pan de vida”.  

SEÑOR, QUE PUEDA VERTE COMO MI AUTÉNTICO ALIMENTO.


P. Víctor