Ciclo B: XXIX domingo del tiempo ordinario
1ra lectura: Isaías 53, 10-11
Salmo responsorial: 32
2da lectura: Hebreos 4, 14-16
Evangelio: Marcos 10, 35-45
EL QUE QUIERA SER GRANDE, SEA VUESTRO SERVIDOR; Y EL QUE QUIERA SER PRIMERO, SEA ESCLAVOS DE TODOS.
Cuando no, siempre se tiene que filtrar alguna espora del mal en los grandes proyectos de Dios. Las ansias de poder, de figurar, de mandar de uno o varios malogran las buenas relaciones y el buen vivir de una comunidad o equipo, y en cualquier ámbito de la vida. Esta fue, sin temor a equivocarme, la primera experiencia desagradable en la comunidad de los apóstoles delante de Jesús: “Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan”. No es que se hayan molestado porque contradecía alguna enseñanza de Jesús, no, estos se indignaron porque sintieron que se quedaban sin cargos importantes, se sintieron desplazados por aquellos dos: Si ellos se cogen los primeros puestos, ¿Qué puestos nos queda a nosotros? Todo esto demostraba que los mismos apóstoles no tenían claro que el servicio en el amor era la razón de ser de la comunidad del Señor. Quien tiene el corazón supeditado a intereses diferentes a los planes del Señor se pierde y esclaviza. El afán por “ser alguien” según los criterios del mundo predispone a buscar aquello que satisfaga ese objetivo. Esto explica la búsqueda de poder y tener, incluso corrompiendo vidas e instituciones y en cualquier esfera de la sociedad. Loa apóstoles, aunque caminando con Jesús, pensaban hasta ese momento que Jesús instauraría un reino poderoso que enalteciera a Israel en el mundo. Nada más equivocado. Queda claro que el único criterio para ser alguien en la vida es lo que el Señor nos dijo: “Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sin para servir y dar su vida en rescate por todos”.
SEÑOR, AYÚDAME A CRECER EN EL SERVICIO A LOS DEMÁS.
P. Víctor Emiliano