Ciclo A: Domingo XIX del tiempo ordinario

1ra lectura: 1Reyes 19, 9a. 11 – 13a

Salmo responsorial: 84

2da lectura: Romanos 9, 1 – 5

Evangelio: Mateo 14, 22 – 33


 

ÁNIMO, NO TEMAN, QUE SOY YO


 

Dos puntos importantes a considerar.  El primero de ellos es la oración. La oración para Jesús no es sólo importante, es necesaria y fundamental. El diálogo con su Padre le fortalece y es el motor de sus múltiples tareas en la extensión del Reino.  El texto nos dice que luego de la multiplicación de los panes y atender a la gente y con tareas pendientes con sus discípulos se retiró al monte para “orar”

En medio de los trabajos y la tribulación siempre hubo tiempo para esa intimidad con su Padre. Llama la atención que los modernos seguidores de Jesús sólo cuando tienen tiempo se acercan a Él. Cuando, precisamente, en los momentos de tribulación y ajetreo es que se debe destinar mucho más tiempo para compartir con Él y así poder renovarse y seguir en la batalla de la vida. El otro punto es “caminar sobre las aguas hacia el Señor”. Pedro, luego de obedecerlo, y con la mirada puesta en Él pudo caminar sobre las aguas. Sólo cuando dejó de mirarle, y se distrajo ocupándose del viento y la turbulencia, comenzó a hundirse. Los problemas y las adversidades de la vida están representados por las aguas movidas y por el viento contrario, y estos no pueden faltar a la condición humana. Lo evitable es hundirse o agobiarse ante aquellas circunstancias al mantener  firme la fe en aquel que todo lo puede, y que siempre estará dispuesto a dar la mano en los momentos de duda y fragilidad: “…Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: ¡Sálvame, Señor! Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. Con la mirada puesta en el Señor, con fe y esperanza, y no sumidos por los problemas, se podrá caminar sobre las aguas. Esto no significa el descuido y despreocupación ante las adversidades, tan solo indica el lugar que ellas deben tener cuando se tiene como amigo a Jesús. 

SEÑOR, QUE EN MEDIO DE LOS PROBLEMAS NO ME OCUPE TANTO DE ELLOS COMO DE TI, PARA PODERLOS SOBRELLEVAR.

P. Víctor Emiliano