Ciclo B: XVI domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: Jeremías 23, 1 – 6

Salmo responsorial: 22

2da lectura: Efesios 2, 13 – 18

Evangelio: Marcos 6, 30 – 34


 

…PORQUE ANDABAN COMO OVEJAS SIN PASTOR; Y SE PUSO A ENSEÑARLES CON CALMA.


 

Qué llamada de atención a los señores obispos, a nosotros los sacerdotes, y a todos aquellos agentes pastorales que tienen responsabilidad en cuidar el rebaño del señor.  ¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de  mi rebaño!…¡Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones…” no son amenazas cuanto sí una advertencia, una llamada seria a no descuidar el trabajo encomendado. El cuidado de las ovejas es un trabajo aceptado en libertad y asistido por el Espíritu por lo que siempre debe ser fructífero. Si no es fructífero habría que preguntar qué está fallando. Ciertamente, ahora más que nunca, las adversidades son agresivas y están a la orden del día ante los planes de evangelización pero, eso no puede ser motivo de desánimo o descuido, antes bien tendrían que ser retos a vencer.  Pero, la llamada no es solamente a las autoridades religiosas, la llamada también se dirige a los padres de familia, que son los auténticos pastores en sus respectivos hogares. Se tendría que adaptar el texto y decir: ¡Ay padres de familia que dispersan y dejan perecer a mis hijos…! Los padres de familia tienen que tomar conciencia de la tarea formativa y educativa de sus hijos. No basta con darles de comer, vestirles y llevarles al colegio, la tarea de pastorear con ellos es mucho más profunda. También se tendría que decir algo respecto a los políticos, cómo no: ¡Ay de ustedes políticos que dispersan, escandalizan y dejan perecer a sus conciudadanos habiendo sido elegidos para cuidarlos! Lo he dicho tantas veces y, una más no vendría mal, que no quisiera estar en su pellejo cuando les llegue la hora de rendir cuentas: “¡Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones…”. Todos de alguna forma asumimos el papel de pastores. ¡Es hora de pastorear! Pero ojo, de la mano del Señor. Sólo el pastor que busca espacios de diálogo con su Señor podrá rendir los frutos esperados. Es necesario este aspecto porque sin el Señor podemos caer en un mero activismo, desgastador y agobiante; se corre el riego de presentarnos como los artífices de la pastoral y el centro de la prédica y, claro, desvirtuando la auténtica razón de todo el proceso de evangelización. En medio del ajetreo de la vida, con las múltiples ocupaciones personales saquemos un tiempo para descansar en el Señor: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»

SEÑOR, AYÚDAME A SER PASTOR PERO, A TU ESTILO.

P. Víctor Emiliano