Ciclo A: Domingo XX del tiempo ordinario

1ra lectura: Isaías 56, 1.6-7

Salmo responsorial: 66

2da lectura: Romanos 11, 13-15.29-32

Evangelio: Mateo 15, 21-28


 

SOLO ME  HAN ENVIADO A LAS OVEJAS DESCARRIADAS DE ISRAEL


 

La salvación es para toda la humanidad. Todo hombre, de todo lugar y de todo tiempo, está incluido en el plan de salvación. Cristo no ha venido sólo para un pueblo o raza, Él es el redentor de todo el género humano: “Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). Ciertamente, el Reino de Dios comenzó en el pueblo judío pero, como parte de todo un proceso de evangelización mandado por Cristo, y que se extendería a todas las naciones. San Pablo así lo hace: “Les digo a ustedes, los gentiles: mientras sea su apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos”. El salmo responsorial proclama y exhorta a los pueblos alabar y glorificar a Dios: “Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben”. Los judíos del momento, por creer que tenían la exclusividad de Dios lo perdieron todo.

Esta es la gran tarea de la Iglesia, encomendada por el mismo Cristo: Llevar su nombre a los confines de la tierra. En el texto del evangelio es una “cananea”, una extranjera la que clama la atención de Jesús. Jesús tiene una respuesta, aparentemente dura para esa mujer, al explicarle por qué no le atiende: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Pero, Jesús al escuchar el argumento de la mujer queda sorprendido por su sencillez y humildad. Ella acepta que es una extrajera, un “perrito” que no tiene derecho a ser atendida, pero apela a la misericordia del Señor y logra lo que quiere. Jesús le dice emocionado: “Mujer, ¡Qué grande es tu fe!, que se cumpla lo que deseas”. Vaya lección, qué mensaje deja esta mujer: perseverancia, sencillez, humildad, y sobre todo, acepta su condición de criatura que no tiene mérito alguno y se somete a la misericordia y voluntad del Señor. Esto es lo que compra la mirada de Jesús, a tal extremo que deja de lado el plan de comenzar su obra por el mundo judío para complacerla.

GRACIAS SEÑOR POR SER MISERICORDIOSO CON TODOS.

P. Víctor Emiliano