Ciclo A: Domingo XXII del tiempo ordinario

1ra lectura: Jeremías 20, 7 – 9
Salmo responsorial: 62
2da lectura: Romanos 12, 1 – 2
Evangelio: Mateo 16, 21- 27
EL QUE QUIERA VENIRSE CONMIGO, QUE SE NIEGUE ASÍ MISMO, QUE CARGUE CON SU CRUZ Y ME SIGA.
REFLEXIÓN 1
El auténtico profeta debe anunciar lo que debe de anunciar aunque lo anunciado no agrade al mundo. Esa es su labor. El profeta no puede avalar ni justificar un estilo de vida que desdiga el mandato del Señor. El profeta no predica su gusto o capricho, su prédica tiene que ser expresión de su auténtica fe que le mueve a decir, incluso, lo que no quisiera por ahorrarse críticas y burlas: “No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre”. Este mundo descreído siempre tiene justificaciones y cuartadas para explicar sus fechorías pero, el auténtico cristiano, el profeta, debe estar atento para desenmascararlas y defender el auténtico camino. Hoy, se nota muy claro lo que el mundo quiere, que solo se predique lo que él quiere. No tolera algo distinto, algo que vaya contra sus principios, bajo la amenaza de “discriminación e intolerancia”. Este es el caso de Jeremías: “La Palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día”, simplemente porque anunciaba violencia y destrucción, y esto generaba burla y desprecio de la gente. Pero, qué otra cosa podía predicar Jeremías que no sea la destrucción del pueblo, si sus ojos veían el pecado del pueblo de Israel.
En el evangelio, mientras Jesús anunciaba el camino para la redención como doloroso y cruel: “…empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día” Pedro se imaginaba una senda de triunfos y laureles. La cruz desdecía ese parecer, al punto de “reñir” a Jesús por semejante anuncio: “¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte”. Por ello Jesús llama a Pedro con un duro calificativo: Satanás”. Hasta ese momento Pedro y los demás apóstoles no acababan de percibir que alejándose de la cruz, se frustraría el plan de redención y la auténtica liberación. Por lo visto, hasta casi el final, los propios apóstoles tenían otra idea de redención. Jesucristo, el Profeta de profetas, no podía callar la verdad que se avecinaba. Seguir a Jesús y profetizar en su nombre necesariamente debe romper esquemas y muchas “vacas sagradas”, es decir, cadenas que ciegan y asfixian, y limitan el paso ágil para seguir a Jesús; en tres palabras: “negarse” a sí mismo. El que se niega a sí mismo se libera y queda apto para ser “pizarra blanca” lista para ser escrita por el Señor: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste”.
SEÑOR, QUIERO SER TU PROFETA PARA TAN SOLO PREDICARTE A TI.
P. Víctor Emiliano
REFLEXIÓN 2
Está comprobado que quien asume con seriedad su vida cristiana será motivo de contradicción en el mundo. El mundo no callará cuando alguien se subleve a sus preceptos. Ser profeta y vivir como profeta en una sociedad hipócrita y descreída es complicado, y de hecho será motivo de burla y discriminación. Intentar vivir como Dios manda siempre provocará reacciones e implica una cruz. El Señor nos lo advierte “El que quiera venirse conmigo, que se niegue así mismo, cargue con su cruz y me siga”. Jeremías se deja seducir por el Señor, pero su decisión de seguirle y anunciarle trae consecuencias: “La Palabra del señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día”. La consecuencia de vivir de modo coherente es la cruz. Es imposible imitar a Cristo sin la cruz a cuestas. El camino ancho es el camino fácil y el más seguro para una vida superficial. Vivir sin Dios, y sin un compromiso serio y formal es lo más práctico en la vida. Hoy el Señor nos invita a no pensar como Satanás, nos invita a asumir el compromiso de predicarle, aunque el mundo se revele; nos invita a dejarnos seducir por el Señor y dar riendas sueltas a ese fuego ardiente, encerrado en los huesos que describe Jeremías.
Que los momentos duros de la vida no estropeen nuestro compromiso de seguir luchando para extender la presencia de Dios en el mundo.
SEÑOR JESÚS QUE LAS CIRCUNSTANCIAS DURAS DE LA VIDA POR ANUNCIARTE NO ME DESALIENTEN PARA SEGUIR A TU LADO.
P. Víctor Emiliano