Ciclo A: Domingo XXIX del tiempo ordinario
1ra lectura: Isaías 45, 1.4 – 6
Salmo responsorial: 95
2da lectura: 1 Tesalonicenses 1, 1 – 5b
Evangelio: Mateo 22, 15 – 2
PUES PAGADLE AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS.
Parecía no haber escape a la pregunta: ¿Se paga o no se paga el impuesto? La respuesta “si” o “no” traería consecuencias adversas para Jesús. Pero, allí va la respuesta que escapa a todo pronóstico: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Vaya llamada de atención para los evasores de impuestos. Evadir impuestos expresa, de alguna forma, egoísmo, y es un problema serio para cualquier país.
Pero, para los cristianos el asunto va más allá. Sería bueno preguntarnos ¿Quién es el César? El César lo constituye todo nuestro quehacer ordinario y cotidiano en este mundo: los estudios, el trabajo, la familia, las amistades, todo aquello que implique nuestras relaciones en la sociedad que nos movemos. No podemos evitarlas, vivimos en un contexto que exige la presencia necesaria del “César”. El “César” no es ni bueno ni malo, eso depende del sitial que ocupe en la vida. La primera pregunta a tener en cuenta con vistas al texto evangélico sería: ¿En verdad se le da al “César” o a Dios lo que les corresponde? ¿Hay trampa e injusticia en el reparto? Con frecuencia hay injusticia y se le roba a Dios para darle al César. Pocas veces ocurre lo contrario. Por ejemplo, algo muy sencillo y cotidiano: el tiempo. Sucede que hay tiempo para todo, hasta para despilfarrar, pero para las cosas de Dios, por lo general, no hay tiempo: Estoy estudiando, estoy trabajando, voy a recibir una visita, etc. Pareciera que Dios no está en la lista de prioridades de la vida, aunque se le proclame como lo más importante. Es curioso que Dios, el dueño del tiempo y de todo lo que existe, simplemente pida lo que le corresponde. Todo es de él y para él, pero ¡Qué respeto! por el hombre, su creación que simplemente le pide lo que le toca. Así como las actividades cotidianas exigen tiempo, Dios también lo exige y con todo el derecho que le corresponde. Él, siendo Dios se pone en la fila, a la espera de un turno. Ese es el Señor, el que siempre espera.
El aborto, la eutanasia, la explotación, el aniquilamiento de la naturaleza y el medio ambiente, la esclavitud casi institucionalizada, la discriminación y la pobreza de tantos expresan el robo flagrante a Dios, porque todo es de Dios, para retribuir al César. ¿Qué ha hecho el César para rendirle culto en desmedro de Dios? ¿Qué ha hecho Dios para ser despreciado por su criatura? Por dar al César lo que es de Dios el mundo sufre y se resiente.
El hombre debe comprender, de una vez por todas, que dar a Dios el sitial que le corresponde, es también dar al hombre lo que corresponde. Caminar al revés es camino seguro al sufrimiento, como todos podemos comprobar en la historia humana. Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios implica armonía y el equilibrio propio para la felicidad.
SEÑOR, NO PERMITAS QUE ME APARTE DE TI, EN MEDIO DE TANTAS COSAS QUE IMPLICAN LA VIDA.
P. Víctor Emiliano