Ciclo B: XXV domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: Sabiduría 2, 12.17-20

Salmo responsorial: 53

2da lectura: Santiago 3, 16-4,3

Evangelio: Marcos 9, 30-37


 

SI ALGUNO QUIERE SER EL PRIMERO, QUE SE HAGA EL ÚLTIMO DE TODOS Y EL SERVIDOR DE TODOS.


 

El punto central de la reflexión y, podemos decir también, el resumen del texto evangélico que hemos escuchado es “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Estas palabras, como en los tiempos de Jesús, sí que son revolucionarias. El contexto en el que nos movemos lleva la contraria a este mensaje. De hecho, es tarea y obligación de cualquier persona que comience algo en la vida ser el mejor en su rubro, pero quitando el trasfondo de la vanagloria y el amor propio. El ego todo lo desfigura. No podemos olvidar que dones y talentos son regalos de Dios, y siempre son para servir. Si estudias tienes que ser el mejor, si trabajas tienes que ser el mejor, si eres gerente, médico, industrial, en la profesión que sea, siempre tienes que ser el mejor. El cristiano  no puede perder de vista esa meta, pero ¿Para qué ser el mejor? El servicio a los hermanos, y cada vez debe ser mejor, tiene que ser la tendencia de todo hombre y mujer de buena voluntad que quiera agradar a Dios. Por su puesto que no faltarán muchas aspiraciones personales pero, que serán satisfechas por añadidura, siempre y cuando la prioridad la tenga el Señor y a servirle a Él en los hermanos. El hombre sabio es el que camina en verdad, el que sabe ubicarse y conoce sus límites, es el que maneja el equilibrio de la vida y es consiente que todo es don y gracia y por lo tanto no hay nada propio de qué vanagloriarse. La humildad, la cercanía y el servicio deben ser los distintivos del estilo de vida del cristiano. La tarea de los educadores y, concretamente, de los padres de familia, debe ser purificar todo anhelo de superación del virus de la vanagloria y el egoísmo, forjar en el corazón de los pequeños la semilla de la humildad y del servicio. Toda relación humana es llevadera y fructífera cuando reina la humildad, la cercanía y las actitudes de servicio en el grupo por lo que todo aquel que reúna estas cualidades siempre es bienvenido. 

SEÑOR JESÚS, AYÚDAME A RECONOCER LOS DONES Y TALENTOS QUE ME HAS REGALADO Y ASÍ PODER GLORIFICARTE CON ELLOS.

P. Víctor Emiliano