Ciclo B: XXVI domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: Números 11, 25-29

Salmo responsorial:  18

2da lectura: Santiago 5, 1-6

Evangelio: Marcos 9, 38-43.45.47-48


 

EL QUE NO ESTÁ CONTRA NOSOTROS, ESTÁ CON NOSOTROS.


 

Todos los miembros de un cuerpo buscan el bien del propio cuerpo. La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo y todos sus miembros se armonizan en él de modo que todos tienen un mismo objetivo. El texto del evangelio de hoy nos invita a trabajar de modo fraterno y organizado por la extensión del Reino. Las competencias, las envidias, los celos, las rivalidades no son propios de un cuerpo que busca integrarse y fortalecerse; estos generan escándalos y ahuyentan a los sencillos que buscan el camino de la verdad. La Iglesia, cuerpo vivo de Cristo, es movida por el Espíritu y este encausa los distintos caminos por donde quiere, suscita dones y talentos en quienes el mundo menos se imagina. La autoridad  respectiva, con sabiduría y mucho tino, debe encauzar la fuerza transformadora del Espíritu, antes que negarla o encerrarla: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro” Qué bueno que todos seamos medios por donde fluye el amor misericordioso de Dios y los dones y talentos del Espíritu: “¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!” Cada persona, grupo o movimiento con sus peculiaridades y diferencias, y unidos por el único hilo conductor que es Jesucristo, constituyen la riqueza del pueblo de Dios. En el cuerpo vivo de Jesucristo que todos conformamos no tienen cabida las exclusividades, tan solo el servicio que unos y otros se deben. Los carismas personales en una comunidad y de cada  grupo en la parroquia o Iglesia, siempre y cuando tengan como único objetivo la extensión del Reino y el bien de las almas, nunca pueden ser motivo de desavenencias, al contrario, son fuente de riqueza. El objetivo común, la única Verdad, es lo que debe mantener unido al pueblo de Dios.

Hoy, el Señor nos invita a no despreciar, a ser comprensivos y conciliadores, a no ver como rivales a los que también quieren integrarse al equipo evangelizador en la viña del Señor. Incluso, esos gestos debemos tenerlos, con los que no comparten nuestra fe. Recordemos que la Iglesia de Jesucristo subsiste a plenitud en la Iglesia Católica, pero eso no niega la acción del Espíritu en cualquier otra confesión religiosa.   

SEÑOR, QUE NUNCA BROTE EN TU PUEBLO SANTO LA SEMILLA DE LA CIZAÑA: LA ENVIDIA, LOS CELOS Y LA DISCORDIA

P. Víctor Emiliano