CICLO B

1ra lectura: Jeremías 31, 7-9
Salmo responsorial: 125
2da lectura: Hebreos 5, 1-6
Evangelio: Marcos 10, 46-52
¿QUÉ QUIERES QUE HAGAPOR TI?…MAESTRO, QUE PUEDA VER.
El ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, uno más de los tantos, iletrados, drogadictos, leprosos, sin trabajo, tuberculosos, alcohólicos, prostitutas, migrantes, discriminados por su raza o religión que abundan y engrosan las filas de las periferias existenciales en nuestras ciudades. Todos ellos ignorados, desechados, olvidados por políticos y hasta religiosos, e incluso, por los suyos mismos. Los pobres y desvalidos pasan por muertos y ni figuran en las estadísticas: ¿Quién les atiende? ¿Quién defiende sus derechos? ¿Quién les complace? Como no tienen voz ni voto no se les permite hablar o expresar sus emociones: “Muchos lo regañaban para que se callara”. Pero como el Señor siempre quiere estar grande con nosotros para que estemos alegres le miró. Mirar y llamar son verbos que caracterizan la presencia del Señor, presencia que nunca falta en la vida de todo ser humano, y que solo pueden notar los sencillos y humildes. Claro está que el paso del Señor por el camino de Bartimeo ya estaba señalado pero, como siempre, cuenta con la disposición personal, que en este caso se expresa en los gritos de Bartimeo. Él es consciente de su necesidad y sabe que la oportunidad la tiene cerca. Al aproximársele Jesús deja todo, hasta el manto, que posiblemente era lo más costoso que tenía, y se pone en su presencia. La pregunta ¿Qué quieres que haga por ti? representa la disposición de alguien que ama hasta el extremo de supeditarse a la necesidad del otro. Así es el Señor, alguien que se doblega a la condición humana para purificarla y perfeccionarla.
SEÑOR, QUE EN EL CAMINO DE MI VIDA PUEDA DESCUBRIR MIS LIMITACIONES Y SEA CAPAZ DE GRITAR TU NOMBRE PARA QUE ME SANES.
P. Víctor