Ciclo A: Domingo XXX del tiempo ordinario

1ra lectura: Éxodo 22, 20 – 26

Salmo responsorial: 17

2da lectura: 1 Tesalonicenses 1, 5c – 10

Evangelio: Mateo 22, 34 – 40


 

MAESTRO, ¿CUÁL ES EL MANDAMIENTO PRINCIPAL DE LA LEY?


 

En una de las misas que celebré en el campo, un sábado por la tarde, misa dominical, comencé la homilía pidiendo una moneda. Varios hicieron ademán de sacarla pero, yo me adelanté y dije: Pero, por favor “Que tenga una sola cara” y claro, esto generó risa porque las monedas siempre tienen dos caras (cara y sello). Esto fue muy sencillo para explicar que el “amor a Dios por sobre todas las cosas” y “el amor al prójimo como a uno mismo” conforman una sola moneda, es decir, una sola realidad. Nadie puede partir este mandamiento. Y digo “este mandamiento”, en singular, a sabiendas que son dos. Es curioso que a la pregunta hecha en singular, él responda en plural: “¿Cuál es el mandamiento más importante?” y él responde con dos, el amor a Dios y el amor al prójimo. Definitivamente, para Jesús son dos caras de una misma realidad. Es incoherente el amor a Dios e ignorar al prójimo con quien él se identifica y lo nombra como así mismo: “Todo lo que hagas a uno de estos, mis humildes hermanos, me lo haces a mí”. Es contradictorio amar a Dios y aborrecerlo, a la vez, en los demás.  Es lamentable el divorcio que muchos viven, entre lo que se profesa y la vida cotidiana que se lleva.

El mundo de hoy necesita héroes que luchen contracorriente, en medio de un mundo dividido y clasista; se necesita apóstoles que mirando al cielo tengan los pies bien puestos en el suelo y compartan la realidad dolorosa de tantos hermanos que sufren. Cristo necesita cristianos que amen como él amó y se nieguen como él se negó para que nosotros surgiéramos. Esta lectura debe cuestionar nuestra vida de fe y el amor que decimos tener a los que nos rodean: ¿Amo como Dios me amó? ¿Acepto a los demás con sus flaquezas y debilidades? ¿Comparto mi pan con el que no tiene? ¿Cómo trato a mis colaboradores? ¿Sirvo o me sirvo? Son preguntas que con frecuencia deben cuestionar el día a día de la vida.    

SEÑOR QUE NUNCA PIERDA LA MONEDA DE LA FELICIDAD: QUE TE AME A TI POR SOBRE TODO Y A MI PRÓJIMO COMO A MÍ MISMO.

P. Víctor Emiliano