CICLO B: XXXII domingo del tiempo ordinario

1ra lectura: 1 Reyes 17, 10-16

Salmo responsorial: 145

2da lectura: Hebreos 9, 24-28

Evangelio: Marcos 12, 38-44


 

OS ASEGURO QUE ESA POBRE VIUDA HA ECHADO EN EL ARCA DE LAS OFRENDAS MÁS QUE NADIE.


 

La lectura del evangelio me hace recordar unas frases populares que pueden ayudar a profundizar en el mensaje de hoy. Cuántas veces hemos escuchado decir: No todo lo que brilla es oro. Esta me lleva a otra: Las apariencias engañan. No cabe duda que hoy el Señor nos llama a ver la vida y toda acción humana con ojos de fe, a no prejuzgar. Las luminarias del mundo captan la atención de los sentidos y como por inercia nos inclinamos a lo que suena y brilla dejando pasar lo esencial y trascendente que por lo general se expresa en lo sencillo y cotidiano. La viuda del evangelio representa lo pequeño y poco llamativo pero a la vez la grandeza de un corazón desprendido y entregado a la providencia. Los ricos representan las luminarias pomposas pero a la vez la pobreza de un corazón estrangulado por el egoísmo y la soberbia. El problema del rico no es su riqueza, es su egoísmo al dar solo lo que le sobra y, además, su afán de figurar: “Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes”. La viuda dio todo, se quedó sin nada. Alguien dirá, refiriéndose a los ricos, que por lo menos dieron; ciertamente dieron, pero lo que les sobró. La madre Santa Teresa de Calcuta nos dirá al respecto “Dar hasta que duela”, y tiene razón porque cualquiera da lo que le sobra. Si das lo que te sobra ¿Qué mérito tienes? Hoy el Señor nos muestra un camino muy exigente, no quiere mediocres, no quiere gente facilona. El Señor nos invita a dejar todo por él, a ser desprendidos y así, sólo así, reposar en su providencia.

SEÑOR, QUIERO SER COMO AQUELLA VIUDA QUE SE DESPRENDIÓ HASTA DE LO QUE NECESITABA VIVIR, Y TODO, PARA CUMPLIR CON SU OFRENDA.  

P. Víctor Emiliano