CICLO B
1ra lectura: Daniel 12, 1-3
Salmo responsorial: 15
2da lectura: Hebreos 10, 11-14.18
Evangelio: Marcos 13, 24-32
ENTONCES VERÁN VENIR AL HIJO DEL HOMBRE SOBRE LAS NUBES CON GRAN PODER Y MAJESTAD…EL CIELO Y LA TIERRA PASARÁN, MIS PALABRAS NO PASARÁN.
Próximos a terminar este ciclo litúrgico la Iglesia nos presenta lecturas que nos hacen meditar y reflexionar sobre la vida presente y su final. El mensaje no es para “asustar” cuanto sí para advertirnos y, sobre todo, prepararnos para el encuentro definitivo con el Señor. No sabemos ni el día ni la hora, aunque sí la certeza que aquel día llegará. Estas lecturas nos invitan a evaluarnos y tomar conciencia de la forma cómo estamos viviendo, qué estamos priorizando, cómo va nuestro compromiso con el Señor, cómo va la relación con la familia, y en general con todos aquellos que nos rodean. Hoy el Señor nos invita a tomar decisiones concretas que encaucen la vida por sus caminos. Si no sabemos el día ni la hora es necesario estar preparados para su llegada pero con la esperanza que él no defrauda, que llegará tarde o temprano, y que sus palabras nunca pasarán. Muchos pasan la vida pensando que nunca les llegará el final, que la muerte es para los demás y no para ellos; vaya tiempo que dedican a diversas actividades, siempre hay tiempo para todo, nunca para Dios. ¿Estas personas qué responderán cuando Dios les interrogue? ¿A quién acudirán para un socorro? Se afirma con qué facilidad que los que mueren van al cielo y dan por supuesto su estancia en aquel lugar olvidando así las palabras del Señor: “Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua”.
Suelo preguntar a la gente si el sol sale para todos, y la respuesta siempre es “sí”. Y yo les digo que no. Explico que por parte del sol sale para todos pero depende de cada uno que la luz del sol les llegue. El sol no es culpable si alguien se mete en una cueva y no permite que la luz no le llegue. Algo parecido pasa con la salvación de Dios. La salvación siempre está para todos pero si alguien cierra su corazón y la rechaza ese regalo bendito nunca llega. El deseo de Dios que todos le vean y gocen en la eternidad solo el hombre puede truncarlo. Que esta vida hermosa pero pasajera no nos prive de la vida eterna en el Señor.
SEÑOR QUIERO VIVIR LA ETERNIDAD EN TU PRESENCIA
P. Víctor