Quiero dar gracias a Dios por fijarse en este servidor agustino recoleto para contribuir a la extensión de su obra en la Vicaría de Perú. Y digo “servidor” porque eso veo en la labor que comienzo, siento que mi nuevo trabajo es un servicio desde ustedes, con ustedes y para ustedes. Créanme que no son palabras protocolares o simplemente un cumplido, es mi sentir en estos momentos. Y digo “contribuir” porque considero que no es un trabajo sólo mío, cuanto sí un trabajo de comunidad: El vicario sin la compañía y colaboración de los hermanos, poco puede hacer. No podemos olvidar, es nuestro carisma, que hemos sido llamados para caminar y construir en comunidad. Cada uno de ustedes, queridos hermanos, tiene un rol decisivo en la buena marcha de la vicaría. Espero de ustedes su comprensión, dada mi inexperiencia y ruego su disponibilidad siempre en la caridad.
Al reflexionar en el texto del evangelio, que dígase de paso es del día, me preguntaba qué mensaje tendría el Señor para mí. Lo primero que se me ocurrió fue que soy un pecador y que mi pequeña estatura difícilmente permitiría verle. Pensé también en la “higuera”, sin lugar a dudas puesta por el Señor y que siempre hay por el camino de la vida, no una sino muchas, en las que podemos apoyarnos y subir hasta ver con más claridad los acontecimientos de la vida. Creo, así lo siento, que estas higueras, en esta nueva labor que me encomienda el Señor, son ustedes. Creo que juntos, como Iglesia, como hermanos y con nuestras limitaciones incluidas, podemos seguir haciendo realidad tener “una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios”. La experiencia de sentirnos pecadores, y más todavía, mirados y llamados por el Señor, como Zaqueo, debe ser motivo de alegría para todos nosotros, debe ser motivación suficiente para continuar y, también, comenzar todo un proceso de conversión, y así construir y edificar, revitalizar y restructurar, primero a nosotros mismos, luego por extensión nuestra vicaría, la provincia y la orden. Créanme que, si avanzamos por allí la respuesta no tardará: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa… ». Solo así seremos lumbreras, no con luz propia sino con la luz que solo el Señor sabe dar. Seamos higueras los unos para los otros con la confianza plena en el que nos ha mirado e invitado a bajar: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa».
Los desafíos y los retos no van a faltar, son parte de la vida de toda institución y lo que le permite renacer constantemente; sin estos todo es monótono y lúgubre. Cuanto más infaltables si esta institución tiene como fin último construir el Reino de Dios en el mundo.
Agradecemos, creo que es el sentir de toda esta vicaría, a la gestión anterior por el trabajo y el esfuerzo de mantener vigente nuestro carisma. Siempre lo he dicho y lo sigo sosteniendo: si tenemos este u otro ministerio es porque hubo alguien que lo ha sostenido hasta ahora. Nadie comienza de cero, todo comienza con algo. Gracias P. Ricardo, y con usted a su consejo, por la labor realizada. Que Dios les bendiga.
Pongo toda mi labor como Vicario Provincial de Perú en las manos de María, mi madre, mi compañera de toda la vida, y que ella guíe la buena marcha de nuestra querida Vicaría de Perú, ahora como parte de la nueva Provincia Santo Tomás de Villanueva.
P. Víctor / 20 de nov de 2018