El hombre es creación y todo lo que tiene es don recibido por lo que debe agradecer. Reconocer esta realidad es engrandecer la humanidad, al ubicarla como el reflejo más completo de su creador. Si todo lo que existe ha salido de sus manos necesariamente debe ser bueno. Si esto es así, ¿De dónde brota el mal? Si somos tierra buena por ser creación ¿De dónde las piedras y los espinos? ¿De dónde el sufrimiento? ¿De dónde la desgracia humana?
El hombre, con los maravillosos dones de la racionalidad y la libertad, sin los cuales no sería hombre, es especialista en convertir todo aquello que debería servirle para edificar y pregresar en piedras, es decir, en obstáculos para su vida. El dinero es bueno si construye y edifica, pero es piedra y desgracia si absorbe y obsesiona; el trabajo dignifica al hombre pero, si esclaviza…; los estudios y títulos profesionales cómo no van a ser bienvenidos pero, si cultiva soberbios…; incluso, los mismos hijos, si los padres no les dan el espacio que les corresponde (acercándose o distanciándose) se les deforma e inutiliza. Jesús dijo: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 15-21), fórmula preciosa, dentro de todo el contexto del amor, que con certeza nos llevará al éxito y la felicidad en la vida. Esta es la fórmula perfecta que evitará convertir tantas cosas hermosas que Dios nos da en “piedras” que dificultan el camino de la vida. Estas, lamentablemente, no solo afectan a los que las producen, el entorno también se ve afectado.
Te invito a dar una ojeada alrededor y, sin descuidar las cosas bellas de la vida, verás a inocentes lastimados por las tantas “piedras” que otros tiran en el camino: violencia, corrupción, pobreza, dolor, enfermedad, etc. Las piedras que cada uno genera en la vida, obstaculizan no solo el propio caminar, sino también el de los demás. La vida mal llevada y mal gestionada, genera desorden que involucra, en principio, a la familia, y luego a la sociedad.
Creo que es propio de gente madura y responsable vivir de la mejor manera y así gozar y brillar para que otros también gocen y brillen.
No hacer “piedras” en la vida es tu decisión.
P. Víctor Emiliano