Llegó a mi Facebook y me llamó la atención. En esa publicación alguien preguntaba, seguramente refiriéndose al contexto de pandemia en el que nos encontramos, ¿Dónde está Dios? Y también había una respuesta: Donde tú lo has dejado. Esa pregunta ya la conocía y mi respuesta era la misma pregunta pero involucrando a quien la hace: ¿Dónde estás tú? La respuesta del facebook es interesante. Ciertamente, Dios está donde tú lo dejaste. Dios llega hasta donde tú le permites llegar, Dios entra hasta cuando tú le dices “alto”. Cuanto más distante de Dios, más distante de la luz, más distante de su presencia. Donde no hay Dios no hay vida y si no hay vida hay muerte, guerra, destrucción, envidias, celos, odios, pugnas, chismes, mentiras, corrupción. Donde no hay Dios hay sufrimiento. Dios está donde se le invita y llega hasta donde se le permite. ¿Quién organiza una guerra? ¿Quién genera persecuciones? ¿Quién dirige las clínicas abortistas? ¿Quién corrompe funcionarios? ¿Quién organiza esos grupos vandálicos de feministas? ¿Quién desorganiza la buena marcha de la naturaleza? ¿Podemos culpar a Dios de nuestros actos libres y voluntarios? Quién pregunte ¿Dónde está Dios? habría que decirle que haga una encuesta y pregunte a la gente en qué esquina de sus vidas personales dejaron a Dios. El mundo sufre, y esto es síntoma de una enfermedad llamada Ausencia de Dios. Creo que los cristianos estamos adormecidos y no apostamos por la causa de Jesús. El Papa ha denunciado muchas veces la indiferencia a principios y valores. Esa indiferencia nos hace cómplices de un sistema corrupto y que corrompe a la humanidad. Justo aquí, como anillo al dedo, a la pregunta ¿Dónde está Dios? encaja la respuesta que yo tenía: ¿Dónde estás tú? Es fácil buscar culpables cuando no quiero asumir un compromiso, es de inmaduros señalar a otros por las culpas propias. Qué injusticia culpar a Dios de la irresponsabilidad humana. La “respuesta pregunta” ¿Dónde estás tú? intenta explicar que Dios siempre cumple con su parte, que la falla está en nosotros cuando no cumplimos con lo que corresponde.
Cada vez que intentamos construir un mundo sin él negamos su presencia en el mundo.
P. Víctor Emiliano