POR OBLIGACIÓN

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Se cree que hacer algo por “obligación” quita mérito a lo que se hace. Pero ¿acaso una persona responsable no es aquella que cumple con sus obligaciones? Cuantas cosas se tienen que hacer en la vida, ya sea en el trabajo o en la casa, no por gusto sino porque hay que hacerlas, es decir por obligación. Esto es lo más normal del mundo.  Es inimaginable la vida donde todo se hace por gusto o porque nace del corazón hacerlo. Este enfoque podemos aplicarlo a cualquier actividad cotidiana. Por ejemplo, no se entiende a  los padres no preparar los alimentos para sus hijos porque hacerlo no les nace del corazón; no se entiende a alguien que diga yo me alimento o trabajo porque me gusta, ya que todos tienen que alimentarse o trabajar les guste o no les guste. El hacer algo “por obligación” implica responsabilidad. Obviamente si ese “por obligación” va de la mano con el “gusto”, bien; pero si no es así, se podría decir “muy bien”.

Es loable que una persona supere sus gustos o disgustos para cumplir sus obligaciones. Una persona así tiene todos los méritos del mundo.

Para los que se llaman cristianos y creen que ir a la misa hay que asistir cuando les nazca del corazón o tengan ganas, no estaría mal que tomen en serio esta reflexión, y consideren que alimentarse del Cuerpo y Sangre de Cristo y su Palabra no es cuestión de ánimos o desánimos sino de obligación.

 P. Víctor Emiliano

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