HOMILÍA/RECOLECCIÓN AGUSTINIANA 2019

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          Aunque la familia agustiniana en el mundo, en 19 países, es muy grande: los religiosos, nuestras hermanas contemplativas, las comunidades religiosas femeninas (las misioneras agustinas recoletas, las agustinas recoletas de filipinas, las agustinas recoletas del corazón de Jesús, en Venezuela, las agustinas recoletas de los enfermos), las fraternidades seglares, las JAR, los hermanos generales de la Orden, y todos aquellos seglares que colaboran en nuestras instituciones (tanto colegios y parroquias), creo yo que toda esta gran familia, regalo de Dios, está muy bien representada aquí. No simplemente los amigos, los que me caen bien o los conocidos, no, sino la familia. No olvidemos que por encima de ser amigos somos familia y eso es lo grande y maravilloso por lo que debemos dar gracias a Dios. No nos unen lazos sentimentales y emotivos, nos unen lazos de fraternidad y de amor. Sólo así constituimos “Una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.

          Aquí en Perú estamos los frailes, que dígase de paso, hoy están presentes todos los que laboramos en esta vicaría; en Perú están las misioneras agustinas recoletas, de Cochabamba; casi todos nuestros ministerios tienen fraternidades seglares, y quiero hacer mención de Arequipa, donde no tenemos ministerios y sin embargo perseveran; en varias de nuestras parroquias tenemos las JAR, jóvenes, siempre dinámicos, y que acompañan el peregrinar de la vicaría; están nuestros hermanos generales que nunca dudamos de sus oraciones y cercanía espiritual. Todos, juntos, queremos, hoy día, celebrar un año más de ese acontecimiento que marca la historia de los hijos de Agustín en el mundo. 

          La primera lectura nos habla de lo que surge después de Pentecostés: el asombro ante los prodigios y signos. La recolección agustiniana surge como expresión del Espíritu que invitó a los frailes, en aquel entonces, a vivir con más profundidad el mensaje de Cristo siguiendo la Regla y el estilo de vida de san Agustín. Vaya prodigio de lo que después el mundo se sorprendería, que a pesar de las adversidades y de estar a punto de desaparecer el incipiente movimiento recoleto surge y se renueva y sigue caminando hasta nuestros días. No cabe duda que ese mismo Espíritu sigue soplando y mueve la barca de nuestra Orden 431 años después. Dejémonos arrastrar por la fuerza transformadora de ese Espíritu, que es el mismo que transforma y edifica la Iglesia, día a día.

          Los frailes agustinos de la provincia de Castilla, en 1588, no quisieron poner trabas al impulso renovador del Espíritu y permitieron, con mucha sabiduría, dentro de su misma estructura, el nuevo estilo de vida, que poco a poco se trasformaría en una nueva Orden religiosa: “Los Agustinos Recoletos”, no por gusto y capricho de unos frailes, sino por el gusto y capricho del mismo Espíritu. No cabe duda que el Espíritu sigue trabajando. Hace un año nuestra Orden dio un paso trascendental en su historia, de ocho han surgido cuatro nuevas provincias, grandes y con nuevas expectativas. Permitamos que esa fuerza renovadora siga trabajando, como ya lo mencionaba en algún momento, ajustando pernos, aflojando pernos, e incluso, desarmando todo el chasis de tantas estructuras, hasta las de nosotros mismos, que cuantas veces nos sentimos tan seguros de nuestras convicciones hasta el extremo de cerrar la puerta al mismo Espíritu.

          Celebramos la Recolección, pero al celebrarla, queridos hermanos, identifiquémonos no con una fecha determinada, en el pasado, sino con lo que significa y con la mirada puesta en nuestro padre san Agustín, siempre actual. La recolección es recogimiento, es interiorizar, renovación, reorganizar, es inconformidad, inquietud, es búsqueda, es arriesgar, es conocer y reconocer lo que eres. La recolección agustiniana más que un nombre, más que historia, más que fechas, es un estilo de vida. Y si es un estilo de vida tendría que ser algo constante, y que solo “es”, es decir, “existe” si se le asume. Si nos proclamamos agustinos recoletos asumamos a san Agustín y vivámosle con el mismo espíritu de aquellos que comenzaron la gran experiencia de la recolección: radicalidad. No fanatismo, no extremismos, no ideologías, no puntos de vista, ni pareceres. Sino radicalidad en lo que Cristo me pide, por el camino de Agustín. Hoy el pueblo de Dios nos exige proclamar la Palabra, a tiempo y a destiempo, con ganas o sin ganas; este es un llamado siempre actual. Qué mejor oportunidad de asumir este compromiso al celebrar la recolección. Vívele hoy, en pleno siglo XXI, con estas estructuras que el mundo nos presenta, en este contexto en el que nos movemos: colegios, parroquias, universidades, medios de comunicación, redes sociales, etc. Gran reto para nosotros religiosos; para ustedes laicos comprometidos, hermanos fraternos y hermanos generales; para ustedes jóvenes, que comienzan la vida y que quieren transformar el mundo. Demuestren al mundo con las cosas pequeñas y sencillas, pero hechas prodigiosamente, que hay un compromiso serio y formal de extender y proclamar el reino de Dios. ¡Gran reto! Y que solo juntos se podrá lograr, trabajando mano a mano.

          Queridos hermanos religiosos les invito, de todo corazón, a seguir trabajando en la extensión del Reino, cada uno con su talante y su estilo, y en el campo que el Señor les ha proporcionado; hermanos fraternos simplemente les invito a seguir caminando juntos, como siempre lo han hecho, y acompañarnos en este peregrinar; queridos jóvenes a nutrirse del carisma agustiniano, y a perseverar en sus parroquias, queremos jóvenes decididos a seguir Jesús en la vida religiosa; hermanos generales su presencia nos enriquece. 

          Que al estilo de Agustín siempre inquieto e inconforme y en búsqueda contante, demos pasos para ser pastores unos de otros, para ser guías, con mayúscula, y así muchos entren por la auténtica puerta que es Cristo.

Feliz día de la recolección.

P. Víctor / Miraflores, 05 de diciembre de 2019

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