EL AMOR TODO LO FACILITA

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“Para el que ama todo es suave, y al que no ama todo le es pesado” (S 30,10).

En este contexto, cuando se habla de amor es clara la referencia al amor que Cristo presenta. Se debe tener en cuenta que para Agustín existe, también, el “amor malo”, el egoísmo.

Ciertamente. El amor es la fuerza que hace posible la vida, es como la chispa que prende el fuego. Solo el que ama es capaz de respetar y edificar lo que ama. Más allá de simples sentimientos y emociones, que son como ropajes, el amor es una decisión, y las decisiones siempre van de la mano con la voluntad. Es decir, la persona que ama encauza todo su ser, toda su energía, todas sus potencias de modo voluntario, hacia el logro del objetivo amado. Por ello, lo que se pueda hacer para lograr ese objetivo siempre será fácil para el que ama, independientemente del resultado. El que no ama algo concreto no tiene objetivos respecto a ello, no tiene propuestas, no tiene metas claras, no tiene planes. Una persona así qué puede emprender, todo le será difícil y pesado. Nada es posible sin combustible. 

Es lamentable que el egoísmo, el “amor malo” del que habla Agustín, tenga esa fuerza, pero para el mal. El egoísmo conlleva la corrupción y la asfixia del que lo experimenta. El egoísta es capaz de grandes “logros”, y con qué facilidad, pero para sí. Su objetivo no son los demás, sino él mismo por encima de los demás. El egoísta es egocéntrico. Es muy difícil convivir y trabajar con alguien así. 

P. Víctor Emiliano

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