HOMILÍA/FIESTA DE SANTA RITA DE CASIA 2020

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          Quiero agradecer la oportunidad que me brinda la comunidad de Santa Rita de Casia, y al P. Hugo, promotor del colegio, de modo especial, por permitirme presidir la eucaristía para todos ustedes estimados amigos: padres de familia, alumnos, y como no, para ustedes estimada directora, directivos, profesores, personal administrativo y de apoyo, de nuestra institución. 

          Recordar a santa Rita es dar una ojeada a nuestra propia vida, y por qué no, ir analizándola y evaluando cómo la vamos llevando. Unos como hijos de familia, todavía en casa, otros como solteros, otros como casados y con hijos, otros como religiosos y conventuales, es el caso de nosotros los frailes. Pues ella vivió todas estas etapas. Y las vivió siguiendo un hilo conductor: vivirlas de la mejor forma. Y cuando digo “de la mejor forma” quiero decir con sabiduría y, cuando hablo de sabiduría, no me refiero a la que suele dar el mundo. Recordemos que el mundo también tiene sus propuestas a las que llama sabiduría, obviamente robando el término, pero qué bien que las presenta para poderlas vender con facilidad y, cuantos caen ante tales propuestas.

         Y lo que tiene que sorprendernos, de alguna forma, en la vida de Rita es ser sabia, y sabia en las pequeñas cosas de la existencia, y es que esto es pre-requisito para poder ser sabio, también, en las grandes decisiones de la vida. Esto es lo que al mundo no le cuadra que los sencillos y humildes tengan la corona de la sabiduría, requisito indispensable para la santidad. Rita con su forma de vivir nos va enseñando que ser santo, en este mundo, es posible. El papa Francisco insiste mucho en este llamado del señor. Esa es Rita de Casia, la mujer sabia y santa que supo aceptar los designios de Dios en su vida, pero no con simples sentimientos y emociones, sino con decisiones concretas. Siempre obedeció a sus padres, aceptó la vida de matrimonio (casi por imposición, era la época y la costumbre) y, así, deja de lado sus proyectos personales, uno de ellos la vida religiosa, pero bueno, tomada la decisión sigue para adelante; y una vez casada tuvo que sobrellevar con mucha comprensión e inteligencia el carácter difícil del esposo, sin embargo maneja con dedicación y cariño su hogar, fue siempre fiel y recta en sus principios; promueve y cultiva en su familia la vida de fe y el espíritu cristiano por lo que siempre se mostró caritativa y cercana con los demás; aunque con dolor y tristeza, supo manejar de modo ejemplar las consecuencias que trajo el asesinato de su esposo: supo perdonar. Ella jamás permitió la venganza en su familia y cuando se enteró que sus hijos querían vengar a su padre prefirió verlos muertos antes que presas del odio; y así fue, sus dos hijos murieron por enfermedad poco después. Se quedó sola, sin esposo y sin hijos. En esas circunstancias pide entrar en un convento femenino agustino, pero esta petición fue rechazada al comienzo. Dada su insistencia se le permitió entrar. Ya en la vida religiosa supo llevar con madurez su vida comunitaria y de entrega. Como en cualquier estado de vida tuvo que enfrentar y solucionar situaciones difíciles, y seguir caminando por el camino trazado. Sobresale en su vida de religiosa un estigma maloliente y doloroso que marcó su vida y que lo llevó hasta el final de sus días.

          Por lo visto, la vida de Rita no fue color de rosa. Pero, sorprende la alegría y la fortaleza con que enfrentó todas estas situaciones. Nunca se resignó, siempre estuvo en pie de lucha.

          A donde voy con todo esto, cual fue el secreto de Rita para caminar y sobrellevar estas cosas. Y si esto lo llevamos a nuestra vida actual, a tu vida y a mi vida, cómo salir adelante en circunstancias duras y adversas.  La respuesta la tenemos en el evangelio: vivir injertados a la vid. Solo el que está injertado al tronco de la vid es el que recibe constantemente sabia nueva, es el que se mantiene siempre verde, y aunque aparentemente se le vea seco vuelve a renacer, solo a esos sarmientos se les cuida y poda para que sigan dando frutos. Ahora, ese injertarse o mantenerse injertados en el tronco implica decisiones, que muchas veces cuesta tomar por lo que generalmente no se toman. Implica romper esquemas y modelos que vamos construyendo en la vida y que nos alejan de la presencia del Señor; implica dejar el orgullo, la soberbia, el pensar que tenemos la última palabra, implica la fe para dejarse guiar, implica vaciarse de uno mismo para que Él pueda llenar nuestro ser, implica estar convencidos que Él es el Camino, la verdad y la vida. Ella tuvo una gran devoción por Cristo crucificado, por Cristo adolorido, por Cristo sufriente, y aferrado a él pudo salir adelante en las tantas situaciones difíciles de la vida. Ese Cristo doliente, para ella era el tronco de la vid.   

         La vida de Rita no es una leyenda, ni un cuento para entretenernos, la vida de Rita es para asimilarla y para caminarla, para hacerla real en nuestra propia vida. Ahora más que nunca, donde el mundo se torna duro y competitivo, y donde aquel que intenta vivir por el camino recto es acosado y perseguido, ahora más que nunca, necesitamos aquellos modelos que la Iglesia nos presenta, y entre ellos Rita de Casia.

           Queridos padres de familia ese es el modelo que nosotros, como institución educativa, queremos presentar a sus hijos. Nuestro único objetivo es formar ciudadanos libres, responsables y cristianos que edifiquen sobre la base de principios y valores y así poder forjar un mundo diferente, en el que Cristo sea el que reine.

          Que el Señor, por intercesión de Santa Rita de Casia, les fortalezca en su fe y les mantenga firmes en sus principios.

P. Víctor / Miraflores, 22 de mayo de 2020

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